Alimento Diario - 7 de Mayo

Dios es suficiente

“Por lo tanto, no se angustien por el mañana, el cual tendrá sus propios afanes. Cada día tiene ya sus problemas.” Mateo 6:34

El mundo en el que vivimos está lleno de incertidumbre. Desastres tanto naturales como provocados por el hombre abundan, y parecen aumentar día a día. Frente a ello, tratamos de explicarnos la razón por la que todo eso ocurre.

¿Por qué las cosas parecen estar en tal estado constante de agitación? Es que en un mundo dañado por el pecado y los pecadores que lo habitan, esto es algo de esperar. Siempre vamos a enfrentar problemas, y lo vamos a hacer en forma regular.

Jesús dijo: “Cada día tiene ya sus problemas”. Era verdad en sus días, y no lo es menos en los nuestros. La sabiduría de Jesús es simple y cierta. De nada vale preocuparnos por el mañana y la próxima semana, porque hoy ya tiene suficiente incertidumbre.

Muchos se pierden en la búsqueda de respuestas sobre el futuro en la astrología y los que leen la fortuna –típico caso del ciego que guía al ciego. Quienes buscan respuestas en esos lugares se hacen mucho daño a sí mismos, pues esa información está llena de mentiras. El único lugar donde podemos encontrar la verdad es en Dios. En su Palabra él nos dice que vamos a pasar por momentos difíciles, y nos conforta con palabras eternas de sabiduría. Sus palabras son universales, y suficientes para hoy, mañana y siempre.

Cuando la vida y el camino a seguir parecen estar llenos de peligro y dificultades, recuerda que estas cosas son de esperar. Cuando Jesús fue a la cruz no sólo cargó en su cuerpo el peso completo de nuestros pecados, sino que también cargó con nuestras preocupaciones, inseguridades, y los temores que nos atrapan ante lo desconocido.

Liberémonos. Jesús, el propio Hijo de Dios y Salvador del mundo, es totalmente suficiente para suplir cada una de nuestras necesidades.

ORACIÓN: Dios, sólo tú puedes aquietar mis preocupaciones y ansiedades. Gracias por la paz perfecta que sobrepasa todo entendimiento humano, y por el perdón recibido a través del triunfo de Jesús sobre el pecado y la muerte. En su nombre. Amén.

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