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Alimento Diario - 5 de Septiembre

  

Escondido

Señor, tú me examinas, tú me conoces. Sabes cuándo me siento y cuándo me levanto; aun a la distancia me lees el pensamiento. Mis trajines y descansos los conoces; todos mis caminos te son familiares. Salmos 139:1-3

En uno de sus viajes frecuentes de trabajo, un amigo mío recientemente tuvo que ir a Japón. Aun cuando nunca ha tenido problema con los empleados de los hoteles donde se ha hospedado, tiene por costumbre no dejar sus pertenencias de valor a la vista, para no tentar a quienes hacen la limpieza.

Una de las cosas que siempre esconde es la cámara digital. Pero un día tuvo que salir de apuro para una cita, y dejó la cámara a plena vista.

Lamentablemente, sucedió lo que tanto temía: cuando regresó a su habitación, la cámara ya no estaba. No es necesario mencionar lo frustrado que se sintió mi amigo. Estaba enojado con la limpiadora, enojado con la vida, y con mayor razón, enojado consigo mismo.

Y siguió estando enojado hasta que, de pura casualidad, descubrió que la cámara estaba escondida en el mismísimo lugar en que él la habría escondido. Los intentos pasados de esconder la cámara habían sido en vano, ya que todo el tiempo la mucama había sabido que él la escondía, y dónde la escondía.

De la misma forma, hay muchas personas que tratan de jugar a "escondidas" con el Señor. Como han venido escondiendo sus pecados y defectos de sus familiares y amigos, creen que pueden hacerle lo mismo a Dios.

Pero las cosas no son así. El Señor sabe exactamente cuáles son nuestros pecados, y dónde tratamos de esconderlos, pues él lo sabe todo, y, gracias a su infinita misericordia, no es necesario que los escondamos.

Todos los que llamamos Señor a Jesús, sabemos que él ha borrado nuestros pecados. Cuando creemos en él como nuestro Salvador, estamos en paz, pues sabemos que nuestros pecados son perdonados, y que no necesitamos esconder algo que ya no existe más.

ORACIÓN: Amado Jesús, gracias a ti todos mis pecados han sido borrados. Tu sacrificio, tu muerte, y tu resurrección me permiten saber que mi alma ha sido purificada. Ayúdame a vivir en la libertad que me has dado, dándote siempre las gracias que tú mereces. En tu nombre. Amén.

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