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Alimento Diario - 1 de Octubre

  

Lágrimas

El Señor está cerca de quienes lo invocan, de quienes lo invocan en verdad. Cumple los deseos de quienes le temen; atiende a su clamor y los salva. El Señor cuida a todos los que lo aman, pero aniquilará a todos los impíos. Salmo 145:18-20

Hace mucho tiempo visité a una familia que había acabado de tener su primer bebé. Durante un buen rato lo único que hicimos fue hablar de la niña, y todos la tuvimos en brazos admirándola, como se hace en esos casos.

Cuando empezó a ponerse molesta, los padres la pusieron a dormir. Era alrededor de la una de la tarde. Una hora y media más tarde, la niña seguía durmiendo sin siquiera moverse. Los padres experimentados hubieran dicho que era una niña buena, pero recuerden que estos padres eran primerizos. A las 2:30 la madre, con voz preocupada, le dijo al espos "Querido, es mejor que la levantes para ver por qué no está llorando".

Con todo el dolor y sufrimiento que hay en el mundo, me asombra que no haya más personas llorando todo el tiempo.

La falta de lágrimas puede ser atribuida a varias cosas. Hay personas que tratan de hacerse los fuertes cuando se enfrentan con dificultades. Otros no lloran simplemente porque son fuertes por naturaleza. Y otros no lo hacen porque ni se enteran de las tragedias que suceden a su alrededor.

¿En qué grupo se encuentra usted?

Mi oración es que usted sea una persona que ha encontrado su fortaleza en Dios. Dios quiere que usted sepa, al igual que el salmista, que: "Él está cerca de quienes lo invocan, de quienes lo invocan en verdad".

Por el poder del Espíritu Santo, y con la fe en el Salvador dada por Dios, usted puede estar seguro que el Señor va a escuchar sus temores y le va a ayudar cuando sienta ganas de llorar. A través del sacrificio del Salvador y de su victoria sobre el pecado, la muerte y Satanás, usted sabe que el Señor le dará la fuerza que le permitirá conquistar y superar sus lágrimas para disfrutar de la alegría de Jesús.

Es mi oración que su fe en Dios sea la razón por la cual está sonriendo y no llorando.

ORACIÓN: Querido Señor, tú eres mi fuerza y mi fuente de consuelo cuando siento ganas de llorar. Gracias por escucharme y contestar mis súplicas de ayuda. Me regocijo en todo lo que has hecho y continúas haciendo por mí. En el nombre de Jesús. Amén.

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