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Alimento Diario - 3 de Octubre

  

Tentaciones

Dichoso el que resiste la tentación. Santiago 1:12

Sin importar la edad, las tentaciones pueden ser un problema para cualquiera. Y ese era el caso de un niño de diez años, cuyos padres le habían dicho que no fuera al cine. No se necesita ser muy inteligente para deducir que el cine fue el lugar donde encontraron a su hijo el sábado siguiente.

De regreso a casa, mientras el padre manejaba, la madre empezó la reprimenda. Con un tono de voz entre triste y duro, le dij "Jovencito, quiero... es decir, queremos una respuesta. Te dijimos que no fueras al cine. ¿Por qué desobedeciste?" Sin esperar respuesta continuó: "Sabías que nos íbamos a enfadar, y sabías que tendríamos que castigarte. ¿Por qué tuviste que hacerlo?"

Cuando finalmente la madre hizo una pausa, el niño aprovechó para dar una explicación ensayada: "Mamá, no es mi culpa. No lo pude evitar. Cuando pasaba por el cine me atrajo el olor de las palomitas de maíz, y para oler mejor tuve que entrar."

Al igual que ese niño, desde sus inicios la humanidad ha sido "atraída" a la tentación y ha hecho cosas que no debería haber hecho. Es verdad que las tentaciones que lo seducen a usted quizás no me seduzcan a mí, y que las cosas que a mí me tientan quizás no sean atractivas para mi vecino. Pero todos tenemos cosas que nos atraen.

Lo cual nos lleva al punto de esta devoción. Si hay algo que le tienta, o tiene una inclinación a pecar que no ha sido capaz de vencer por usted mismo, quiero que sepa que hay alguien que está dispuesto a ayudarle.

A través de su inocente sacrifico, y con su presencia constante, el Señor Jesús quiere cambiarlo. Todos aquéllos que en fe lo han buscado, han descubierto que Jesucristo tiene el poder de perdonar no sólo los pecados del pasado, sino también de ayudar a vencer los del futuro.

Por esa transformación, por la victoria sobre la tentación oramos:

ORACIÓN: Señor Jesús, el diablo sabe cuándo y cómo tentarnos, y lamentablemente muchas veces tiene éxito. Es por ello que necesitamos tu ayuda, tu perdón, y la presencia del Espíritu Santo. Danos fuerzas para que podamos resistir al pecado y a Satanás, y ser testigos del poder transformador de tu amor. En tu nombre. Amén.

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