Gracias
Sálvanos, Señor, Dios nuestro; vuelve a reunirnos de entre las naciones, para que demos gracias a tu santo nombre y orgullosos te alabemos. ¡Bendito sea el Señor, el Dios de Israel, eternamente y para siempre! ¡Que todo el pueblo diga: Amén! ¡Aleluya! ¡Alabado sea el Señor! Salmo 106: 47-48
Un soldado del ejército que iba vestido de particular, fue asaltado. El informe policial dijo que, apuntándolo con una pistola en el cuello, fue forzado a tirarse al suelo. Así tuvo que permanecer mientras cuatro ladrones robaban su billetera, sus llaves, su celular y $16 dólares.
Cuando uno de los ladrones vio la identificación del ejército en su billetera, ordenó a los demás devolver todo lo robado, diciendo que debían respetar a los militares. Luego le dio gracias al soldado por todo lo que estaba haciendo, se disculpó por el inconveniente, y desapareció en la oscuridad junto con los demás.
Esta historia me recuerda una vieja anécdota acerca de Matthew Henry, el famoso estudioso de la Biblia. Al igual que al soldado de nuestra historia, al reverendo Henry lo asaltaron y robaron, sin lastimarlo.
Esa noche, antes de irse a la cama, escribió en su diari
Querido Dios, "Quiero agradecerte:
primero, porque nunca antes me habían robado;
segundo, porque aunque tomaron mi billetera, respetaron mi vida;
tercero, porque aunque tomaron todo lo que tenía, no era mucho, y
cuarto, porque me robaron a mí, y no fui yo quien robó.
Ojalá que todos podamos decir una oración como esa.
ORACIÓN: Padre celestial, muchos hemos pasado por momentos difíciles, pero no imposibles. Te damos gracias por el dolor que nunca sentimos, por las heridas que nunca tuvimos, por las pérdidas que nunca ocurrieron. Pero, por sobre todas las cosas, te damos gracias por la nueva vida que nos dado a través de tu Hijo Jesús. En su nombre. Amén.
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