Diciembre 27
HEBREOS 4.14-16
No tenemos un Salvador aislado en el cielo que no tiene idea de qué es tener luchas humanas. No, nuestro Señor dejó detrás la gloria del cielo y añadió humanidad a su deidad. Abandonó temporalmente el uso de algunos de sus atributos, poniéndolos en práctica solamente cuando el Padre lo dirigió a hacerlo.
Jesús entiende exactamente cómo nos sentimos, pues pasó por el mismo tipo de situaciones. Aunque los detalles de nuestras vidas no se corresponden con los de la suya, las experiencias y los sentimientos son iguales. Veamos varios ejemplos de cómo Él se identifica con nosotros:
- Malentendido. La gente constantemente entendía mal sus afirmaciones de que era el Hijo de Dios.
- Rechazo. No fue apreciado por quienes vino a amar y dar su vida.
- Presiones. Las multitudes lo rodeaban, implorándole ayuda y exigiendo su atención.
- Agotamiento. Experimentó toda la debilidad de la condición humana.
- Soledad. En el Getsemaní, cuando más necesitaba apoyo y compañía, sus amigos más cercanos se quedaron dormidos.
- Tentaciones. Satanás lo atacó con todo tipo de tentación imaginable.
- Odio. Los líderes religiosos lo aborrecían.
- Injusticia. Aunque Cristo vivió una vida intachable, murió como un criminal.
- Dolor. Sufrió el terrible dolor de la flagelación y la crucifixión.
Sea cual sea la situación por la que usted esté pasando ahora, recuerde que Jesús sabe cómo se siente y que Él simpatiza con su dolor y su debilidad. Tal vez no le elimine la angustia ni cambie su situación, pero Él siempre le dará la gracia para que resista la tentación, soporte el sufrimiento, y crezca en madurez espiritual. Dios siempre le dará la gracia para que resista la tentación y soporte el sufrimiento.
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