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Alimento Diario - 4 de Enero

  

El fin de la oscuridad

Miren, ya viene el día, ardiente como un horno. Todos los soberbios y todos los malvados serán como paja, y aquel día les prenderá fuego hasta dejarlos sin raíz ni rama -dice el Señor Todopoderoso -. Pero para ustedes que temen mi nombre, se levantará el sol de justicia trayendo en sus rayos salud. Y ustedes saldrán saltando como becerros recién alimentados. Malaquías 4:1-2

¿Cuándo fue la última vez que se quedó levantado toda la noche? Tal vez lo hicimos en los tiempos en que estábamos en la universidad por razones buenas (estudiar)… o por otras no tan buenas (estar de fiesta). De cualquier manera, era un desafío saludar el amanecer sin haber ido a la cama. Incluso a los niños pequeños, por alguna razón, les encanta estar despiertos hasta tarde.  

Pero pronto descubrimos razones menos felices para estar levantados toda la noche: un dolor que no nos deja dormir, el velar al lado de un ser querido que está enfermo, el estar sentados en la sala de emergencias… en todas esas esperas pareciera que la oscuridad no terminara nunca. 

 

Malaquías es el último profeta del Antiguo Testamento. Cuando él escribe el último capítulo de su libro, aún faltan más de 400 años para que nazca Jesús. En semejante noche de ansiosa espera, el pueblo de Dios bien pudo haber comenzado a desesperarse. Pero el profeta dice: "se levantará el sol de justicia trayendo en sus rayos salud". 

 

La venida del Salvador será como el amanecer. Habrá, aún, oscuridades que padecer. El pueblo todavía verá el temible juicio de Dios. Pero, cuando al final venga la luz, ellos "saldrán saltando como becerros recién alimentados". 

 

Jesús, la luz, amanecerá. Entonces la tristeza y la ansiedad huirán.

ORACIÓN: Jesús, Lucero de la mañana, cuídame en mis noches oscuras, y guárdame hasta que tu venida señale el día de gran gozo. Amén.

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