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Alimento Diario - 9 de Abril

  

La prioridad de la felicidad verdadera

Cuando vio a las multitudes, subió a la ladera de una montaña y se sentó. Sus discípulos se le acercaron, y tomando él la palabra, comenzó a enseñarles diciendo: Dichosos los pobres en espíritu, porque el reino de los cielos les pertenece. Dichosos los que lloran, porque serán consolados. Dichosos los humildes, porque recibirán la tierra como herencia. Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados. Dichosos los compasivos, porque serán tratados con compasión. Dichosos los de corazón limpio, porque ellos verán a Dios. Dichosos los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios. Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque el reino de los cielos les pertenece. Dichosos serán ustedes cuando por mi causa la gente los insulte, los persiga y levante contra ustedes toda clase de calumnias. Alégrense y llénense de júbilo, porque les espera una gran recompensa en el cielo. Así también persiguieron a los profetas que los precedieron a ustedes. Mateo 5:1-12

Hace algún tiempo, en una encuesta pública se preguntó a un grupo de personas qué era lo que más querían en la vida. La gran mayoría respondió: “ser feliz”.

Nuestro Señor Jesús comenzó su Sermón del Monte con la palabra “bienaventurados”. Algunas traducciones usan la palabra “felices”, o “dichosos”. Miremos la lista de cosas que le suceden a los ‘felices’, o ‘dichosos’, o ‘bienaventurados’, aquéllos que han sido perdonados y justificados, y que honrar al Señor haciendo su voluntad: pobreza, dolor, sufrimiento, hambre, sed, persecución, y la lista continúa. ¿Acaso podemos ser felices cuando experimentamos estas cosas?

El escritor de Hebreos nos dice: “Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo” (Hebreos 12:2-3).

Jesús consideró que sufrir vergüenza, desgracia, y la muerte por nosotros fue una tarea gratificante. En nuestra vida y obra por Jesús podemos ponerlo primero a él, que nos amó, y luego a aquéllos a quienes servimos, y así ser felices... más allá de las circunstancias. Si tenemos a Jesús a nuestro lado, no nos faltarán las fuerzas.

ORACIÓN: Señor Jesús, ayúdanos a estar felices en nuestra vida y en nuestro trabajo, y a contentarnos en el poder de tu presencia. Amén.

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