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El Camino Bíblico - 30 de Mayo


Lea 2 Chronicles 31

En la lectura de hoy:

Ezequías destruye los ídolos; las primicias y el diezmo; la invasión de Asiria contra Judá; la muerte de Ezequías; el reino de Manasés; el reino de Amón

Después de la muerte del malvado rey Acaz, su piadoso hijo Ezequías llegó a ser rey, y asumió el liderazgo de una nación donde la idolatría era muy popular y prevaleciente. Además, su padre había sometido el reino de Judá al imperio de Asiria, que estaba rápidamente llegando a ser uno de los imperios más poderosos del mundo. Con sus ejércitos que parecían ser invencibles habían tomado el control de Siria (Aram) y del reino del norte de Israel. Además de todo esto, Senaquerib, el rey de Asiria, tenía el control sobre 46 ciudades con murallas adentro del reino de Judá.

Ezequías podía haberse lamentado por este desorden que él había heredado, podía haber odiado a su padre o culpar a Dios por la malvada condición moral y política que prevalecía por toda la nación. Al contrario, « . . . arregló Ezequías la distribución de los sacerdotes . . . El rey contribuyó de su propia hacienda para los holocaustos . . . Mandó también al pueblo que habitaba en Jerusalén, que diese la porción correspondiente a los sacerdotes (y los levitas) . . . porque Jehová ha bendecido a Su pueblo» (II de Crónicas 31:2-10).

Ezequías observó la Pascua (30:1-27). Él abrió otra vez el templo que su malvado padre idólatra había profanado, y restauró la adoración del Verdadero Dios.

Tal y como Ezequías, quien heredó serios problemas por las maldades de su padre, nosotros también a veces somos víctimas de los pecados de otras personas. Pero los creyentes nunca tienen que temer el futuro o las «situaciones desafortunadas» del pasado. No tenemos que involucrarnos en las equivocaciones de nuestros padres que hemos heredado, u otras situaciones fuera de nuestro control. Los consejeros cristianos de hoy en día nos dicen que no hay ningún valor en pasar el tiempo pensando en los errores del pasado, o los errores de otras personas, lo cual nunca produce soluciones que nos ayudan y pueden traer la depresión, la sospecha, y el odio para sí mismo y para otros. Nos anima saber que, cuando Ezequías e Isaías oraron sin estar manchados por los malos sentimientos, el Señor los protegió.

Junto con el apóstol Pablo podemos decir: «Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús» (Filipenses 3:13-14).

Pensamiento para hoy:

No podemos darnos por vencidos. Aun el más vil pecador puede llegar a obtener la salvación.

Lectura opcional:

II de Corintios 1

Versículo de la semana para aprender de memoria:

Juan 15:12