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El Camino Bíblico - 7 de Sepa

 

Lea Ezekiel 22

En la lectura de hoy:

Los pecados de Israel son enumerados; las abominaciones de las dos hermanas; la parábola de la olla hirviendo; la muerte de la esposa de Ezequiel

En el mismo día que Dios le reveló a Ezequiel que su preciosa esposa, «el deleite de tus ojos», se iba a morir, entonces Dios le dijo: « . . . no endeches, ni llores, ni corran tus lágrimas» (Ezequiel 24:16). Dios le dijo a Ezequiel que después de la muerte de su esposa, él tenía que mantenerse sin expresar todas las señales comunes de lamentarse por los muertos. Esto no quería decir que él no podía sentir la muerte de su esposa. Pero el dolor personal de su corazón tenía que ser mucho mayor sobre la muerte de la nación de Dios y la destrucción de Su templo, lo cual tomó lugar el mismo día que se murió la esposa de Ezequiel. «Por lo que así ha dicho Jehová el Señor: Yo haré subir contra ellas tropas» (el ejército de Nabucodonosor), « . . . matarán a sus hijos y a sus hijas . . . y pagaréis los pecados de nuestra idolatría» (23:46-49).

La noticia de la reacción tan espantosa de Ezequiel sobre la muerte de su esposa seguro que rápidamente se divulgó, pues el pueblo le preguntó: « . . . ¿No nos enseñarás qué significan para nosotros estas cosas que haces?» (24:19). Entonces vino de Ezequiel esta respuesta trágica: « . . . Así ha dicho Jehová el Señor: He aquí Yo profano (destruyo) Mi santuario, la gloria de vuestro poderío . . . y vuestros hijos y vuestras hijas que dejasteis (en Jerusalén) caerán a espada». (Cuando llegue la noticia de la destrucción del templo), « . . . entonces sabréis (estaréis convencidos) que Yo soy Jehová el Señor» (pues Dios sigue confirmando Su Palabra) (24:21-24).

Finalmente, un mensajero que se había escapado de la desolación de Jerusalén llegó a Babilonia para dar el reporte de la destrucción de la ciudad (33:21). Tal y como los había prevenido Jeremías en Jerusalén y Ezequiel en Babilonia, la aceptación de los dioses falsos por los israelitas y la indiferencia para con la Palabra de Dios les trajo la destrucción de Jerusalén y la muerte de sus propios hijos e hijas. A veces vemos las personas de mente mundana sentir la pérdida de sus posesiones materiales, y a la vez muestran poco interés sobre el bienestar eterno de sus hijos. Jesucristo mismo nos dijo de no estar afanados sobre las cosas de este mundo, ni aun de nuestras propias necesidades diarias: «Vosotros, pues, no os preocupéis por lo que habéis de comer, ni por lo que habéis de beber, ni estéis en ansiosa inquietud. Porque todas estas cosas buscan las gentes del mundo; pero vuestro Padre sabe que tenéis necesidad de estas cosas. Mas buscad el reino de Dios, y todas estas cosas os serán añadidas» (Lucas 12:29-31).

Pensamiento para hoy:

Vamos a permitirle a Cristo ser el Verdadero Señor de nuestras vidas.

Lectura opcional: Apocalipsis 12

Versículo de la semana para aprender de memoria:

Juan 1:10