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El Camino Bíblico - 13 de Sepa

 

Lea Ezekiel 43

En la lectura de hoy:

La visión de la gloria de Dios que llenaba el templo; las ordenanzas para los sacerdotes; la descripción del territorio para el santuario y para la ciudad

En visión de Dios, Ezequiel había sido testigo de que «la gloria de Jehová» se había alejado del magnífico templo hecho por Salomón que ahora estaba destruido (Ezequiel 9:3; 10:4,18-19; 11:22-23). Israel había elegido ignorar la Palabra de Dios y en verdad había adorado a los ídolos, al sol, y a todas clases de criaturas en el templo que se había dedicado para Dios solo (8:5-17).

Por consiguiente, los israelitas ahora sólo tenían las memorias de su reino que había sido tan glorioso, y se veían como esclavos en una tierra pagana. Ezequiel ahora recibe una visión de un templo futuro que será mucho más grande que el templo de Salomón, donde la gloria del Señor volverá a morar. Ezequiel entonces fue llevado « . . . a la puerta que mira hacia el oriente; y he aquí la gloria del Dios de Israel, que venía del oriente; y Su sonido era como el sonido de muchas aguas, y la tierra resplandecía a causa de Su gloria. Y la gloria de Jehová entró en la casa por la vía de la puerta que daba al oriente. Y me alzó el Espíritu y me llevó al atrio interior; y he aquí que la gloria de Jehová llenó la casa» (43:1-2,4-5).

En esta visión, el Señor de Gloria entró a Su nuevo templo por el mismo camino por el cuál había salido del antiguo templo (ver 10:19; 11:22-23). La puerta del oriente iba derecho a la entrada del templo del Rey eterno, quien dijo: « . . . este es el lugar de Mi trono . . . en el cual habitaré entre los hijos de Israel para siempre; y nunca más profanará la casa de Israel Mi Santo Nombre . . . » (43:7). El énfasis de esta visión está en la importancia de la santidad en la vida diaria del pueblo de Dios.

El templo, en su apariencia física, daba una sombra de la vida y el ministerio de Cristo. En el «Milenio» ya no habrá más necesidad para los tipos (las sombras) o los símbolos, pues Dios el Padre y Jesucristo, a quien los símbolos representaban, estarán para siempre presentes allí. Nuestra mayor preocupación no debe estar en cuándo ni cómo se cumplirán todas estas profecías. Pero nuestra mayor preocupación debe estar en que nuestro cuerpo, nuestra mente, y nuestro espíritu estén preparados para la venida de nuestro Señor. «¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros? Si alguno destruyere el templo de Dios, Dios le destruirá a él; porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es» (I de Corintios 3:16-17).

Pensamiento para hoy:

Hoy mismo vamos a estar propuestos a que otras personas puedan ver a Cristo en nuestras vidas.

Lectura opcional: Apocalipsis 18

Versículo de la semana para aprender de memoria:

Juan 1:11