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El Camino Bíblico - 17 de Noviembre

 

Acts 23

En la lectura de hoy:

Pablo ante el Sanedrín (los líderes religiosos); los judíos hacen voto de matar a Pablo; Pablo es mandado a Félix; Pablo ante Festo y su apelación a César

Cuando el apóstol Pablo llegó a Jerusalén, los líderes religiosos «alborotaron a toda la multitud» con acusadores falsos: «Este es el hombre que por todas partes enseña a todos contra el pueblo, la Ley y este lugar» (Hechos 21:27-28). En respuesta, el tumulto con aun más ira se apoderó de Pablo y trató de matarlo, pero él fue rescatado de este acto violento por los soldados romanos. Entonces le permitieron hablar en defensa propia a los judíos. Cuando Pablo mencionó la comisión que él había recibido de Jesús de ir a los gentiles, ellos inmediatamente le consideraron un traidor a su religión, y airadamente gritaron: «Quita de la tierra a tal hombre, porque no conviene que viva» (22:22).

Cuando las autoridades del Sanedrín no pudieron sentenciar a Pablo, los religiosos celosos decidieron tomar la ley en sus propias manos y asesinarle (23:12-15). «Mas el hijo de la hermana de Pablo» oyó del malvado complot para asesinar a Pablo y vino y se lo dijo a un capitán romano, quien entonces tuvo que transferir a Pablo secretamente de noche y lo llevaron ante Félix, el gobernador romano de Judea que vivía en Cesarea (23:16-35).

Durante su encarcelamiento por varios años en Cesarea, Pablo fue juzgado por tres poderosos gobernadores del imperio romano que oyeron lo que él tenía que decir sobre su fe en Cristo Jesús. Él fielmente disertó «acerca de la justicia, del dominio propio y del juicio venidero» (24:25). Cada uno de sus jueces tuvieron diferentes reacciones cuando Pablo les habló «del juicio venidero». Su primer juez Félix «se espantó» (24:25), y por eso sólo le oyó de vez en cuando. Después, su segundo juez Festo mostró su indiferencia al exclamar en gran voz: «Estás loco, Pablo; las muchas letras te vuelven loco» (26:24). Y, por lo que esto quiera decir, su tercer juez Agripa le dijo: «Por poco me persuades a ser cristiano» (26:28). No sabemos si las palabras de Agripa fueron sinceras, o sólo una burla, como algunos piensan, pero eso no importa — pues el resultado fue igual. Por lo que sabemos, ninguno de estos tres hombres recibieron a Cristo como su Salvador y Señor de sus vidas y, por consiguiente, todos terminaron perdidos eternamente.

Puede que haya solamente un tiempo conveniente para arrepentirse y recibir a Cristo como el Salvador y el Señor: «he aquí ahora el día de salvación» (II de Corintios 6:2).

Pensamiento para hoy:

Cristo dejó todo lo que Él era por nosotros; vamos a darle todo lo que somos para que Él pueda vivir Su vida en y por nosotros.

Versículo de la semana para aprender de memoria: Romanos 6:13