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Alimento Diario - 22 de Noviembre

  

 

Con tal de vender

Jesús les preguntó a los doce: ‘¿También ustedes quieren marcharse?’ ‘Señor’ —contestó Simón Pedro—, ‘¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. Y nosotros hemos creído, y sabemos que tú eres el Santo de Dios.’ Juan 6:66b-69

Hay personas que son capaces de cualquier cosa, con tal de vender algo.

Antes de continuar, debo confesar que poseo un arma de fuego, y que me apasionan todos los tipos de artefactos y aparatos que uno pueda imaginar.

Con esto quiero decir que me gusta tener todos los chiches en mi coche, pero no llego al extremo de pedir que me instalen en él un AK-47. Para los que no saben lo que es un AK-47, se trata de un fusil militar bastante importante. Yo podré tener aire acondicionado, dirección y frenos hidráulicos, y asientos electrónicos, pero nunca se me ocurriría tener un AK-47.

Sin embargo, eso es lo que una concesionaria está haciendo en la Florida: a todo el que les compre un camión cero kilómetro, le dan un AK-47 de regalo. (En realidad, le dan un cupón para canjear por el fusil,  o para otros negocios, o $400 dólares de descuento en el precio de venta del camión.)

Es increíble las cosas que algunas personas hacen con tal de vender algo.

Jesús, en cambio, fue diferente.

Lo que nos dice el texto para hoy ocurrió un día en que las multitudes, que habían estado siguiendo a Jesús, decidieron abandonarlo. Algunos de ellos se habían ofendido con las enseñanzas de Jesús, mientras que otros se encontraban confundidos.

En vez de rogarles que volvieran, Jesús miró con tristeza cómo se iban alejando. Luego se volvió a los doce, y les preguntó: ‘¿También ustedes quieren marcharse?’

La respuesta de Pedro es contundente: ‘Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. Y nosotros hemos creído, y sabemos que tú eres el Santo de Dios.’

Hoy, al igual que ese día, hay dos grupos de personas: los creyentes, y los incrédulos. La diferencia entre ellos no es que Jesús ama a unos más que a otros. No. Jesús vivió, murió y resucitó para salvarnos a todos.

La diferencia es que algunos, al igual que Pedro, y que usted, y que yo, hemos sido llevados a la fe y damos gracias porque Jesús es nuestro Salvador, quien tiene palabras de vida eterna. El otro grupo, lamentablemente, no lo entiende. Por eso hoy oramos por quienes aún no tienen esa fe.

ORACIÓN: Querido Señor, te damos gracias por habernos permitido ver al Salvador y al sacrificio que hizo para salvarnos. Te pedimos que abras los ojos, mentes y corazones de las multitudes que aún no te conocen, para que reciban tus palabras de vida eterna. En el nombre de Jesús. Amén.

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