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Alimento Diario - 24 de Noviembre

  

Sus riquezas

Pido también que les sean iluminados los ojos del corazón para que sepan a qué esperanza él los ha llamado, cuál es la riqueza de su gloriosa herencia entre los santos, y cuán incomparable es la grandeza de su poder a favor de los que creemos. Efesios 1:18-19

Una anciana de una pequeña ciudad de Inglaterra había fallecido. Su hermana y su sobrino estaban a cargo de liquidar todas las pertenencias de su modesta casa. Para ello, contrataron a un rematador que se especializaba en liquidar propiedades, aun cuando fueran pequeñas, como en este caso.

Aparentemente, eligieron a la persona indicada. Un especialista de su grupo de rematadores descubrió, entre las pertenencias de la anciana, un jarrrón de porcelana China del siglo 18 que dijo podría tener algún valor.

Imagínense la sorpresa cuando se vendió por $83 millones de dólares.

$83 millones de dólares… y la dueña nunca lo supo. Seguramente ella trató ese jarrón como a todos los demás. Lo llenó de agua, le puso flores de estación, y lo acomodó sobre una mesa o en un estante de donde bien se podría haber caído y hecho pedazos.

Seguramente se hubiera reído si alguien le hubiera dicho que, vendiendo ese jarrón, podría vivir holgadamente el resto de su vida. Pero nada de eso sucedió, y ella se murió sin siquiera saber que tenía un tesoro.

Esas cosas suceden todo el tiempo, ¿no es cierto? No, no me refiero a que todos tengamos un objeto que vale millones de dólares.

Me refiero a que todos tenemos un Salvador que es infinitamente más valioso para quienes creen en él. El saber que el Hijo de Dios vino al mundo a entregar su vida para que nuestros pecados fueran perdonados y no tuviéramos que pasar la eternidad en el infierno sino en el cielo… eso es… aún más increíble que poseer un jarrón de $83 millones de dólares.

Lamentablemente, hay muchas personas que no lo creen. Quizás sea porque no piensan en ello… o porque creen que tienen mucho tiempo por delante… o porque esperan que de alguna manera van a llegar al cielo.

Qué triste es morir sin saber lo que uno tuvo.

Oremos por ellos.

ORACIÓN: Padre celestial, te doy gracias por enviar a tu Hijo a salvarnos. Envía tu Espíritu Santo a quienes aún no te conocen para que también sean partícipes de las bendiciones que nos has dado a través de Jesús. En su nombre. Amén.

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