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El Camino Bíblico - 29 de Enero

 

Lea Exodus 35

En la lectura de hoy:

Las ofrendas voluntarias y la construcción del tabernáculo; el arca del testimonio; el propiciatorio; la mesa de la Presencia, el candelero de oro; el altar del incienso cubierto de oro puro.

El altar del incienso de oro puro fue hecho según las instrucciones que Dios le dio a Moisés, « . . . de madera de acacia . . . y le hizo una cornisa de oro alrededor . . . Hizo asimismo el aceite santo de la unción, y el incienso puro, aromático» (Éxodo 35:15; 37:25-26,26). Dios también le mandó a Moisés sobre el altar, diciendo: «Y lo pondrás delante del velo que está junto al arca del testimonio, delante del propiciatorio que está sobre el testimonio, donde Me encontraré contigo. Y Aarón quemará incienso aromático sobre él; cada mañana cuando aliste las lámparas lo quemará. . . . (Como) rito perpetuo delante de Jehová . . . » (Éxodo 30:6-8).

Los sacerdotes eran permitidos en el lugar santo, pero sólo el sumo sacerdote podía entrar en el lugar santísimo, una vez al año, en el día de expiación. Al frente del velo estaba el altar del incienso. Este altar era más pequeño que el altar de bronce, pero era mucho más costoso, pues estaba cubierto de oro puro. El altar de bronce, donde el holocausto se ofrecía, hablaba del juicio del pecado, y estaba cerca de la puerta a la entrada del atrio.

El altar del incienso era simbólico de Cristo como nuestro Intercesor (Juan 17:1-26; Hebreos 7:25). Cada mañana, Aarón el sumo sacerdote, llenaba las lámparas con aceite de oliva puro y quemaba incienso sobre el altar. Él cogía un incensario lleno de brasas de fuego del altar de bronce y lo llevaba al altar del incienso y allí quemaba y el perfume aromático molido que cubría el propiciatorio con una nube que ascendía hacia el cielo día y noche. Sólo Dios era la fuente del fuego sobre este altar.

Solamente Jesucristo puede hacer posible que nosotros nos acerquemos al Padre celestial en oración. « . . . Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros» (Romanos 8:34). En el libro de Hebreos leemos: « . . . por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por Él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos» (Hebreos 7:25).

Jesucristo es nuestro Sumo Sacerdote que siempre está intercediendo por nosotros cada vez que oramos. Nosotros también somos animados a que « . . . sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias» (Filipenses 4:6-7).

Pensamiento para hoy:

Es por medio de Jesucristo que las oraciones de personas indignas se convierten en oraciones preciosas para Dios.

Lectura opcional: Marcos 1

Versículo de la semana para aprender de memoria:

Proverbios 30:5