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Alimento Diario - 2 de Marzo

  

 

Una oración inusual

(Jesús oró)... “Padre mío, si es posible, no me hagas beber este trago amargo. Pero no sea lo que yo quiero, sino lo que quieres tú.” Mateo 26:39

Hace muchos años, dos señoras amigas, ambas esposas de pastor, estaban juntas conversando mientras remendaban ropa. Una de ellas dijo: “Pobre Carlos, está tan deprimido, que hasta está pensando en dejar el ministerio. Parece que nada le sale bien”.

Sin levantar la vista, la otra contestó: “Qué lástima, José dice que el Señor está más cerca de él ahora que nunca antes”. Las dos siguieron remendando en silencio los pantalones de sus esposos: la primera remendaba las asentaderas, y la segunda las rodillas.

Cuando prestamos atención a la oración de Jesús, vemos a un Salvador inusual. Como siempre, Jesús oró que la voluntad de su Padre fuera cumplida. Se mantenía comprometido a la obra de su Padre, aun cuando sabía que eso le costaría su vida en una cruz romana.

Seguir a Jesús en fe también significa seguirlo en oración. Al igual que nuestro Salvador, crecemos en el reconocimiento de que la voluntad de nuestro Padre siempre es la mejor. Y, cuando crecemos, decimos: “No mi voluntad, sino tu voluntad, Señor”.

ORACIÓN: Señor, estoy asombrado ante el Salvador que dejó de lado su propia voluntad para que yo pudiera ser salvo. Concédeme voluntad para sacrificarme por los demás. En su nombre. Amén.

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