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El Camino Bíblico - 6 de Marzo

 

Deuteronomy 14

En la lectura de hoy:

Los alimentos limpios e inmundos; la ley del diezmo; la dedicación del primogénito; las tres fiestas para observar; los jueces y la justicia

La prosperidad de Israel en la tierra prometida no dependía de las avanzadas técnicas agrículas, pero en la obediencia a la Palabra de Dios (Deuteronomio 10:10-15). Los israelitas fueron enseñados: «Indefectiblemente diezmarás todo el producto del grano que rindiere tu campo cada año. . . . (Para) que aprendas a temer a Jehová tu Dios todos los días» (14:22-23).

El diezmo le recordaba al pueblo que ellos, y la tierra, pertenecían al Señor, quien tenía que tomar el primer lugar en sus vidas. Puesto que todas las cosas que ellos tenían era el resultado de la amorosa provisión del Señor, entonces antes de cumplir con cualquier otra consideración, sus diezmos al Señor eran ofrendados primero. Además, ningún israelita podía venir delante de Señor sin una ofrenda en consonancia con su ingreso. Traer delante del Señor solamente lo que sobraba o una pequeña miseria de los ingresos sería una expresión de desobediencia y de ingratitud.

El mandamiento era claro: « . . . Y ninguno se presentará delante de Jehová con las manos vacías; cada uno con la ofrenda de su mano, conforme a la bendición que Jehová tu Dios te hubiere dado» (16:16-17).

Los israelitas no solamente fueron instruidos a traer sus diezmos delante del Señor como una obligación espiritual y moral, pero ellos también podían «regocijarse» con un agradecimiento de corazón, por el privilegio de poder honrar a Dios con sus diezmos y ofrendas; « . . . para que Jehová tu Dios te bendiga en toda obra que tus manos hicieren» (14:29).

Quinientos años antes de recibir la ley de Moisés, Abraham, «padre de todos los creyentes» (Romanos 4:11), pagó la décima parte (el diezmo) como una ofrenda aceptable al Señor. Este principio continuó por todo el Antiguo Testamento, e incluye a todos los creyentes de hoy en día que somos llamados « . . . los que son de fe, éstos son hijos de Abraham» (Gálatas 3:7). Hoy en día, todos los ministros del Señor, los misioneros, las iglesias, las escuelas bíblicas, las publicaciones bíblicas, los traductores, y otras agencias son mantenidas por los diezmos y las ofrendas del pueblo de Dios. A veces gastos inesperados prueban la sinceridad de nuestra fe. Todos nosotros nacimos siendo ya egoístas y egocéntricos, deseando de quedarnos con todas las cosas. Sin embargo, todas las cosas que llamamos «nuestras posesiones», hasta aun nosotros mismos, pertenecen a Dios. Jesucristo nos dijo: «Dad, pues, a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios» (Mateo 22:21).

Pensamiento para hoy:

El diezmo es el reconocimiento de que todo es propiedad de Dios.

Lectura opcional: Lucas 21

Versículo de la semana para aprender de memoria: Filipenses 2:13