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Alimento Diario - 22 de Marzo, 2012

  

 

Un grito usual

“¿Por qué? ¿Qué crimen ha cometido? Pero ellos gritaron aún más fuerte: ‘¡Crucifícalo!’” Marcos 15:14

Es usual que las personas crean que se pueden salir con la suya si gritan fuerte, especialmente si los argumentos que tienen no son muy convincentes. El volumen fue la clave cuando, hace alrededor de 100 años, un indio americano participó de un servicio cristiano de adoración.

El pastor no estaba bien preparado, y sabía muy bien que su mensaje no tenía ninguna dirección espiritual, razón por la cual lo acompañó con gritos y varios golpes. Después del servicio, cuando alguien le preguntó al indio qué pensaba del mensaje, resumió su respuesta en seis palabras: “Viento fuerte. Trueno grande. Nada de lluvia.”

¡Cuánto mejor hubiera sido para Pilato si hubiera reaccionado así ante los gritos de las multitudes que pedían la crucifixión de Cristo! Su nombre se habría convertido en sinónimo de justicia y coraje, en vez de cobardía. De la misma manera, los cristianos debemos darnos cuenta que los gritos de la multitud a menudo son: “Viento fuerte. Trueno grande. Nada de lluvia.”

Jesús, nuestro inusual Salvador, rara vez prestó atención a los gritos de las multitudes. Ya fuera que le gritaran porque querían que fuera su rey, o porque querían que lo mataran, él siempre mantuvo sus ojos en la voluntad del Padre, que lo llevó a la cruz del Calvario.

ORACIÓN: Querido Señor, gracias por Jesús, quien ignoró los gritos de las multitudes. Gracias a él yo tengo vida eterna. Amén.

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