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El Camino Bíblico - 26 de Marzo

 

Judges 10

En la lectura de hoy:

Los israelitas olvidan al Señor y adoran ídolos; los israelitas son oprimidos por los amonitas por 18 años; la hija de Jefté es dedicada al Señor

Después de sufrir tanto por su adoración a los dioses falsos (Jueces 10:8), «los hijos de Israel respondieron a Jehová: Hemos pecado . . . Y quitaron de entre sí los dioses ajenos, y sirvieron a Jehová» (10:15-16). «Y cuando los hijos de Amón hicieron guerra contra Israel, los ancianos de Galaad fueron . . . y dijeron a Jefté: Ven, y serás nuestro jefe, para que peleemos contra los hijos de Amón» (11:5-6). Entonces Jefté oró: «Y Jefté hizo voto a Jehová, diciendo: Si entregares a los amonitas en mis manos, cualquiera que saliere de las puertas de mi casa a recibirme, cuando regrese victorioso . . . será de Jehová» (11:30-31). Dios preparó todo para que la hija de Jefté fuera la primera en salir a recibirle. Esto fue como si Dios le hubiese dicho: Yo te he dado todo lo que pediste; ahora Yo te pido que Me des lo mejor que tú tienes (11:30-40). Esto no quiere decir que ella iba a ser sacrificada sobre un altar. Jefté conocía bien las Escrituras, y que el sacrificio humano era condenado por Dios (Levítico 20:2-5; Deuteronomio 12:29-31; 18:10-12). ¿Cómo se puede entonces pensar que él iba a degollar a su propia hija en ofrenda de holocausto? El hacer tal cosa hubiese culpado a Dios, junto con este hombre de fe, como responsable por un homicidio vil, pues había sido «el Espíritu de Jehová» quien le dio a Jefté la victoria (Jueces 11:29,32).

Cómo él cumplió con este voto se hace bien claro cuando consideramos todos los datos. « . . . (Y) ella era sola, su hija única; no tenía fuera de ella hijo ni hija» (11:34). El Señor había declarado que el primogénito tenía que ser consagrado al Señor, y nunca sacrificado: «Porque Mío es todo primogénito» (Éxodo 13:2; Números 3:13). Al mismo tiempo podemos ver la respuesta de su hija al voto de Jefté, pues el resultado es bien claro. Ella pidió a su padre: « . . . Concédeme esto: déjame por dos meses que vaya y descienda por los montes, y llore mi virginidad» (Jueces 11:37), queriendo decir que ella lloró por razón de que nunca iba a poder casarse. «Pasados los dos meses volvió a su padre . . . (Y) ella nunca conoció varón» (11:39). Ella fue dedicada al Señor en castidad por el resto de su vida, así como Ana dedicó a Samuel, su primogénito, en una ofrenda espiritual al Señor. Sin duda, ella fue una de las siervas de Dios que ministraban diariamente en el tabernáculo.

Jefté llegó a ser uno de los héroes de la fe: «¿Y qué más digo? Porque el tiempo me faltaría contando de Gedeón, de Barac, de Sansón, de Jefté . . . que por fe conquistaron reinos, hicieron justicia, alcanzaron promesas . . . » (Hebreos 11:32-33).

Pensamiento para hoy:

Confiar y obedecer . . . no hay ningún otro camino.

Lectura opcional: Juan 17

Versículo de la semana para aprender de memoria: Filipenses 2:16