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El Camino Bíblico - 3 de Abril

 

1 Samuel 8

En la lectura de hoy:

Los hijos impíos de Samuel; Israel demanda un rey; Saúl es escogido y empieza su reino con humildad, derrota a los amonitas, y libera a Jabes de Galaad.

Durante la historia de los jueces, Samuel logró más como un líder espiritual que ningún otro juez. «Aconteció que habiendo Samuel envejecido, puso a sus hijos por jueces sobre Israel. . . . Pero no anduvieron los hijos por los caminos de su padre, antes se volvieron tras la avaricia, dejándose sobornar y pervirtiendo el derecho. Entonces todos los ancianos de Israel se juntaron, y vinieron a Ramá para ver a Samuel, y le dijeron: He aquí tú has envejecido, y tus hijos no andan en tus caminos; por tanto, constitúyenos ahora un rey que nos juzgue, como tienen todas las naciones. Pero no agradó a Samuel esta palabra . . . Y dijo Jehová a Samuel: Oye la voz del pueblo en todo lo que te digan; porque no te han desechado a ti, sino a Mí Me han desechado, para que no reine sobre ellos» (I de Samuel 8:1-6). Samuel ungió al rey Saúl en Ramá así como el Señor le había dicho. Después de un corto tiempo, « . . . Samuel convocó al pueblo delante de Jehová en Mizpa, y dijo . . . vosotros habéis desechado hoy a vuestro Dios, que os guarda de todas vuestras aflicciones y angustias» (10:17-19). Él entonces les presentó a Saúl. «Y Samuel dijo a todo el pueblo: ¿Habéis visto al que ha elegido Jehová, que no hay semejante a él en todo el pueblo? Entonces el pueblo clamó con alegría, diciendo: ¡Viva el rey!» (10:24).

La primera prueba del nuevo rey vino cuando le dijeron a Saúl que el rey Nahas (amonita) había posicionado su pueblo para atacar. Los amonitas no habían atacado a Israel desde los días de Jefté, un héroe de la fe (Hebreos 11:32), cuando les habían vencido (Deuteronomio 2:19; 23:3-4; Jueces 3:13; 10:7; 11:5). Para responder a esta amenaza, Saúl llamó para que se juntasen todos los hombres de todas las tribus para ser sus soldados.

Saúl guio a los israelitas en una victoria espectacular. Al terminar su primera batalla, él gritó: « . . . porque hoy Jehová ha dado salvación en Israel» (I de Samuel 11:13).

Saúl empezó bien, pero su orgullo y su propia voluntad obstinada pronto llegó a ser su estilo de vida, la cual le resultó en una sucesión de fracasos. Esto nos ilustra la tentación que muchas veces viene con el éxito, la decepción del orgullo que inevitablemente nos lleva a una vida egocéntrica (Mateo 16:24). La suposición en pensar que nosotros tenemos la habilidad para hacer decisiones sobre lo que es mejor para nuestras vidas, y no orar para que Dios nos guíe, nos recuerda que Jesús nos dijo: « . . . porque separados de Mí nada podéis hacer» (nada que tenga valor en la eternidad) (Juan 15:5).

Pensamiento para hoy:

Hay muchas formas en que Dios obra en nuestras vidas, pero casi siempre es simplemente por circunstancias ordinarias.

Lectura opcional: Hechos 4

Versículo de la semana para aprender de memoria: Efesios 3:20