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El Camino Bíblico - 5 de Abril

 

1 Samuel 14:24-52

En la lectura de hoy:

El necio juramento de Saúl; Saúl es mandado a destruir todos los amalecitas; el pecado de perdonar al enemigo; David es ungido como el próximo rey de Israel y Saúl es rechazado por Dios

Pocos reyes en la historia bíblica tuvieron tantas ventajas y fueron tan benditos como Saúl. Pero él pronto se olvidó la fuente de su éxito. Él llegó a estar más preocupado con impresionar al pueblo que agradar al Señor. No pasó mucho tiempo para ver su verdadero carácter, el cuál se mostró cuando Samuel vino y le dijo: «Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Yo castigaré lo que hizo Amalec a Israel . . . cuando subía de Egipto. Ve, pues, y hiere a Amalec, y destruye todo lo que tiene . . . mata a hombres, mujeres, niños, y aun los de pecho, vacas, ovejas, camellos y asnos» (I de Samuel 15:2-3).

Saúl derrotó a los amalecitas y entonces levantó un monumento para sí mismo en Carmel para conmemorar su victoria (15:12). Entonces él dio la vuelta y descendió a Gilgal. Pero Samuel lo encontró: «Y Saúl respondió a Samuel: Antes bien he obedecido la voz de Jehová . . . he traído a Agag rey de Amalec, y he destruido a los amalecitas» (15:20). Aunque era verdad que había tenido una gran victoria, Saúl había desobedecido a Dios en «perdonar» al rey amalecita. Él quiso poner la culpa en otro lado cuando dijo: « . . . Mas el pueblo tomó del botín ovejas y vacas, las primicias del anatema, para ofrecer sacrificios a Jehová tu Dios en Gilgal» (15:21). Saúl estaba ciego a su propia desobediencia. Si hubiese «destruido todo» entonces eso verdaderamente hubiese sido un holocausto a Dios. Pero, cuando el pueblo se quedó con lo mejor, eso era para comérselo ellos mismos en su próxima fiesta.

Saúl estaba más preocupado con su propia posición pública delante de los ancianos de Israel que su propia correcta relación con Dios. «Y Samuel dijo: ¿Se complace Jehová tanto en los holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a las Palabras de Jehová? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros. . . . Por cuanto tú desechaste la Palabra de Jehová, Él también te ha desechado para que no seas rey» (15:22-23). Al fin de todo esto Saúl confesó su desobediencia diciendo: « . . . Yo he pecado; pues he quebrantado el mandamiento de Jehová y tus palabras, porque temí al pueblo y consentí a la voz de ellos. . . . Yo he pecado; pero te ruego que me honres delante de los ancianos de mi pueblo y delante de Israel» (15:24,30).

No hay nada más falso para nuestros corazones que reconocer que Cristo es nuestro Salvador y Señor, y seguir en una vida egocéntrica en el pecado.

Jesucristo nos dijo: « . . . Si vosotros permaneciereis en Mi Palabra, seréis verdaderamente Mis discípulos» (Juan 8:31).

Pensamiento para hoy:

Nosotros podemos tener nuestra propia opinión sobre otras personas, pero sólo Dios conoce sus corazones.

Lectura opcional: Hechos 6

Versículo de la semana para aprender de memoria: Efesios 3:20