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El Camino Bíblico - 12 de Setiembre


Ezekiel 40  

En la lectura de hoy:

La visión del templo futuro

Unos años después de la visión de los huesos secos Ezequiel recibió otra visión: «En el año veinticinco de nuestro cautiverio . . . a los catorce años después que la ciudad fue conquistada, en aquel mismo día vino sobre mí la mano de Jehová, y me llevó allá. En visiones de Dios me llevó a la tierra de Israel, y me puso sobre un monte muy alto . . . » (Ezequiel 40:1-2). Esta nueva visión fue bien lejos hacia el futuro donde Ezequiel contempló un templo glorioso, aun más magnífico que el templo construido por Salomón.

Las medidas del templo y la gran cantidad de detalles sobre el edificio y su raro diseño arquitectural fueron aquí registrados; pero Dios no le dio las instrucciones a Ezequiel sobre quién lo iba a construir o cuándo sería construido. En un contraste bastante sorprendente, Dios sí le dio a Moisés instrucciones con detalles para construir el tabernáculo y aun los nombres de los artesanos quienes lo iban a construir en el desierto (Éxodo 29:9; 31:1-11). David también le dio instrucciones con detalles a Salomón sobre el templo.

Ningunas instrucciones fueron dadas a Zorobabel, en los mensajes de los profetas Hageo, Zacarías, Esdras, Nehemías, ni a ningún otro escritor inspirado, ni a nadie desde ese tiempo hasta hoy en día, para construir este templo espectacular.

Casi dos mil años han pasado, desde el año 70 D.C. cuando los romanos destruyeron el templo de Herodes, sin que se hayan recobrado el altar de bronce, el lavacro de bronce, los candeleros de oro puro, la mesa de la Presencia, o el altar de oro. El arca del testimonio, representando la Presencia de Dios, se desapareció en el año 586 A.C. cuando Nabucodonosor destruyó a Jerusalén.

El estilo original de adoración, ordenado por Dios, con el altar y los sacerdotes ofreciendo sacrificios por los pecados del pueblo, todos fueron sombras de Jesucristo, Su expiación (reconciliación) por nuestros pecados, y nuestra relación con Él por medio de Su sacrificio en la cruz. Por medio de los romanos, Dios les quitó a los judíos la oportunidad de ofrecer más sacrificios. Estas leyes fueron: « . . . impuestas hasta el tiempo de reformar las cosas. Pero estando ya presente Cristo, Sumo Sacerdote de los bienes venideros, por el más amplio y más perfecto tabernáculo . . . sino por Su propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención» (Hebreos 9:10-12; ver Juan 4:21-24; Gálatas 3:23-25; Colosenses 2:17).

Pensamiento para hoy:

Siempre buscamos lo que más atesora nuestro corazón, sea el Señor o las cosas del mundo — no se pueden buscar las dos al mismo tiempo.

Lectura opcional: Apocalipsis 17

Versículo de la semana para aprender de memoria: Santiago 1:4