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El Camino Bíblico - 23 de Septiembre


Amos 6

En la lectura de hoy:

Los juicios predichos sobre el pecado; las langostas; el fuego, la plomada de albañil; el canastillo de fruta de verano; el hambre de oír la Palabra de Dios

Los edomitas habían sido muy hostiles contra los israelitas por siglos desde el tiempo que Esaú (Edom) había perdido la primogenitura de su familia y su hermano Jacob (Israel) tomó su lugar. El profeta Abdías predijo el final triunfo de Israel, y también la destrucción completa de Edom: «Por la injuria a tu hermano Jacob te cubrirá vergüenza, y serás cortado para siempre. . . . (Porque) Jehová lo ha dicho» (Abdías 1:10,18).

Esaú se había mudado al Monte de Seir donde los edomitas, sus descendientes, se sentían más seguros en su fortaleza de la montaña. Su suficiencia propia y el desinterés en la voluntad de Dios les llevó a ignorar el aviso de Abdías.

Los edomitas conspiraron juntos con Amón y Moab para ir contra Judá y llevarse a todos los israelitas cautivos. Ellos también atacaron a Judá en los días del rey Acaz para tomar aun más cautivos para ser sus esclavos (II de Reyes 8:20-22; II de Crónicas 20:1-2,22-23; 21:8-9; 28:16-17). Cuando la ciudad de Jerusalén fue destruida por el ejército de Babilonia, algunos de los judíos que se escaparon trataron de huir de su tierra, pero los edomitas usaron la desventaja de que los israelitas estaban huyendo y cerraron los caminos, les robaron, y los entregaron como refugiados a los babilonios (Abdías 1:12-14). Por razón de su traición, Dios predijo que Edom sería destruido totalmente (1:9-10,18).

Unos cuatro años después de la caída de Jerusalén, el ejército de Nabucodonosor destruyó a Amón, a Moab, y a Edom. Los refugiados edomitas huyeron a un área al oeste de su país y al sur de Judá. Ellos entonces entraron en Judea atacando y tomando parte de la tierra. Este territorio llegó a ser llamado Idumea, de donde vino Herodes, el rey-títere nombrado por los romanos, que trató de matar al niño Jesús. Finalmente, los edomitas se desaparecieron de la historia, tal y como Abdías lo había predicho. Muy diferente a la profecía contra los edomitas, Abdías predijo que Judá se recuperaría, y que un día « . . . la casa de Jacob recuperará sus posesiones» (1:15-17). La justicia absoluta de Dios y la seguridad de Su fidelidad nos anima a conocer que los principios del bien y del mal nunca cambian. Jesucristo expresó la inevitable ley espiritual del reino de Dios, diciendo: «Y como queréis que hagan los hombres con vosotros, así también haced vosotros con ellos» (Lucas 6:31).

Pensamiento para hoy:

Cuando le damos a Dios todo el crédito, el orgullo por nuestros logros no existe.

Versículo de la semana para aprender de memoria: Santiago 1:12