Crosswalk.com

Con Diseño Divino - La Semana del 22 de Enero

Con Diseño Divino

Con un pie dentro y otro fuera

De la Palabra de Dios:“Nadie puede servir a dos amos. Pues odiará a uno y amará al otro; será leal a uno y despreciará al otro. No se puede servir a Dios y al dinero”(Mateo 6:24, NTV)

Mientras caminaba por la playa un día muy frío a finales del invierno, me puse a pensar en las aves que pasaban la vida al lado del océano. Me fijé en las gaviotas posadas sobre los charcos, temblando, y salpicando aquí y allá. A mí me parecía obvio que el agua estaba muy fría. ¿Sería esa la razón por la cual estas aves cazadoras se paraban sobre una sola pata? Tener las dos patas en el agua incrementaría su malestar. No obstante, persistían en el agua fría… sobre una pata. Querían su comodidad y también los bocados pequeños que los charcos de agua pudieran ofrecer. ¿Por qué no daban un paso al lado y se paraban seguras sobre la tierra firme y cómoda? Todavía podrían cazar y picotear en los charcos si querían.

Reflexioné en mi propia condición. Con demasiada frecuencia yo quiero vivir en el mundo y, al mismo tiempo, permanecer de pie en la gracia de Dios. Me siento atraída por lo que el mundo ofrece, pero también quiero el amor incondicional de Dios, su perdón por mis pecados, sus bendiciones eternas de libertad, y la paz que viene de caminar con él.

Esas gaviotas querían estar tan cerca de los pequeños cangrejos, almejas y otros bocados del mar como les fuera posible, por lo que permanecían paradas en los charcos. Pero hacerlo les causa un gran malestar por lo que solo permiten que una pequeña pata se les enfríe mientras calientan la otra escondida en los profundos pliegues de sus plumas. ¿De veras? ¿Cómo es posible relajarse en esa postura? Yo quería acercarme a cada pajarito y ponerle firme, con las dos patas, sobre el suelo sólido y seco. Pero, ¿cómo podría yo dirigir sus vidas cuando de vez en cuando me paro con un pie en el charco de la vida mientras busco la manera de justificar que el otro pie esté en la voluntad de Dios?

Hay días en que estoy con un pie en el mundo. Paso más tiempo delante de la televisión de lo que debería. Las noticias que veo me deprimen, los programas me inquietan y los presentadores tratan de engañarme. Asqueada apago el televisor. Traigo el correo y me pongo a hojear los catálogos que me recuerdan todas mis faltas. La sala se vería más elegante con más cojines y cortinas nuevas. El comedor necesita un poco más de vida. Tal vez con esa nueva técnica para pintar… El patio abandonado luciría mejor con algunas flores exóticas. Los chicos necesitan más juegos educativos. Me encantaría un brazalete de diamantes. Después de cinco catálogos y una hora perdida, los boto porque siento que mi autoestima empieza a decaer. Las hermosas modelos de esas páginas, vestidas con lo último y más caro de la moda, tampoco traen alegría a mi vida.

Otros días pongo los dos pies en la voluntad de Dios. Me dedico a mi estudio de la Biblia, sorprendida por los caminos de Dios y por lo que aprendo sobre mi Padre celestial. Paso tiempo en oración confortada por su Espíritu. Le doy ánimo a una vecina o comparto con madres jóvenes, deseosas de aprender. Me aseguro de que mi casa sea un respiro de paz para mi familia cuando llegan al final del día.

Al mirar las gaviotas pensé: "¡Pájaros tontos! ¡Busquen un lugar donde puedan pararse con seguridad y comodidad sobre ambas patas!" Al recordar aquel pensamiento me di cuenta: “¡Tonta! No te vayas de ese lugar donde de manera firme y segura puedes plantar ambos pies”.

Te invito a reflexionar, ¿qué tipo de satisfacción prefieres, los placeres fugaces del mundo caótico o la paz eterna de la sabiduría divina?

Padre misericordioso, estoy segura de que desde el cielo miras cómo ando yo de puntillas, tratando de pararme donde veo cosas bonitas y atractivas. Perdóname por olvidar que solo hay un lugar para mis pies: mi esperanza, mis deseos y mis anhelos deben estar firmemente centrados en tu Hijo. Jesús es todo lo que necesito. Él es mi firme consuelo, quien me da todo lo que necesito. Guárdame en la roca firme. Amén.

(La autora de esta lectura es mi amiga Van Walton. Puedes visitar su página aquí.)

Bendiciones,

Wendy

Si quieres aprender más sobre el diseño divino para tu vida, te invito a visitar www.wendybello.com

Facebook
Twitter