Dios Sabe...Cuando Me Pregunto Si Alguien Me Ama, Parte 1 - Aventuras en la Historia Sagrada - La Semana del 17 de Octubre

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2022 Oct 17

Dios Sabe...Cuando Me Pregunto Si Alguien Me Ama - Parte 1
Todos tenemos momentos en los que sentimos que nadie nos ama o que nadie nos puede amar. Cuando nos preguntamos si alguien nos ama, podemos viajar en nuestras mentes a Jerusalén al año 27 AD. Es un viernes antes del anochecer. Primero, vamos a la sala de tribunales. Hay miembros del concilio sentados a ambos lados de Caifás, el jefe de justicia y sumo sacerdote. Abajo en la plataforma están parados Jesús, con sus manos atadas y un escuadrón de soldados Romanos. Testigos sobornados están acusando a Jesús de provocar revueltas e intentar establecer un nuevo gobierno. "Este hombre dijo, 'Yo puedo destruir el templo de Dios y construirlo de nuevo en tres días.'"

Silenciosamente, Jesús escucha a sus acusadores enfurecidos. El jefe de justicia furioso dice, "¿No contestas?" Jesús se mantiene tranquilo. Como último recurso, Caifás dice, "Estás bajo juramento por el Dios viviente. ¡Dinos si eres Cristo, el Hijo de Dios!" Respetuosamente, Jesús responde, "Tú lo has dicho." El sumo sacerdote actúa horrorizado. Rompe sus vestiduras. "¿Para qué queremos más testigos?" grita. "¡Ya han escuchado su blasfemia! ¿Qué piensan ustedes?” Y la respuesta es: "Merece la muerte."

Por ley, un prisionero no puede ser juzgado de noche, así que la decisión del tribunal será legal al amanecer. Mientras tanto, Jesús es llevado al cuarto de guardia. La gente escupe en su cara. Le dan bofetadas. Satanás los incita vez tras vez para hacer enojar a Jesús. Pero fracasa.

Al amanecer, llevan de nuevo a Jesús al tribunal. Judas ha estado observando el juicio, esperando que Jesús se revele como rey y establezca un nuevo gobierno. ¿Por qué no lo hace? Judas se pregunta: ¿Habré cometido el peor error de mi vida? "He pecado entregando sangre inocente," exclama mientras se empuja entre el gentío para devolverle las 30 monedas a los sacerdotes. Ellos responden, "¿Y qué a nosotros?" Desesperado, Judas se va y se ahorca.

El tribunal condena a Jesús por segunda vez. Pero hay un problema. Quieren a Jesús muerto, y sólo un oficial Romano puede dar sentencia de muerte a alguien. Así que la multitud enfurecida va a Poncio Pilato, el gobernador Romano. No se ve muy contento de tener ese grupo en su puerta tan temprano. "¿Quién es este hombre?" les pregunta. "¿Qué ley ha quebrantando?"

Los sacerdotes saben que Jesús no ha hecho nada contra las leyes Romanas. Entonces se defienden. "¿Acaso lo traeríamos si no fuera un criminal?" Los labios mentirosos traen falsas acusaciones: “Encontramos a este hombre pervirtiendo a la nación, prohibiendo pagar impuestos al Cesar y proclamándose Rey."

"¿Eres tú el Rey de los Judíos?" pregunta Pilato. La cara de Cristo resplandece al contestar, "Tú lo has dicho." Pilato está asombrado con la inocencia de Jesús. Habla un poco con Él, y luego anuncia. "No encuentro ninguna falta en este hombre."

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