Dios Sabe...Cuando Quiero ser Feliz, Parte 1 - Aventuras en la Historia Sagrada - La Semana del 4 de Julio

Dios Sabe...Cuando Quiero ser Feliz - Parte 1

Recibir cosas buenas nos hace feliz. Pero hay felicidad que viene al DAR cosas buenas, también. La felicidad es un balance entre dar y recibir. En su verdadero sentido, significa aceptar los regalos que Dios quiere que disfrutemos y después compartirlos con otros.

Pesca Magnífica

"La felicidad es una red llena de peces," es lo que posiblemente pensaban el pescador Simon Pedro y sus amigos. Después de una noche de cansancio en el lago, ellos regresaron a la costa sin nada que mostrar por sus esfuerzos. Los pescadores empezaron a lavar sus redes.

Había más gente de lo usual en el lago esa mañana. Eso solo podía ser por un motivo: Jesús estaba en el área. Todos se amontonaban a su alrededor, ansiosos por escuchar lo que Él tenía que decir, que apenas le dejaban lugar para pararse a la orilla del agua. Viendo uno de los barcos ahí cerca, Jesús se subió y le pidió a Pedro que lo empujara hacia el agua un poco. Desde el barco, Jesús empezó a enseñar.

Exactamente qué le dijo Jesus a la multitud esa mañana, no se sabe, pero el mensaje esencial fue, "Yo conozco una manera de vivir que les traerá más felicidad. Es la manera del amor." Él sacudió el pensamiento de ellos: "Amar a tus enemigos, bendecir a los que te maldicen, hacer bien a los que te odian, orar por los que te calumnian y te persiguen."  Esta clase de amor involucra elecciones y acciones, no solamente sentimientos. "Así como quieras que los hombres hagan contigo, has tú con ellos." Lo que TÚ das es más importante que lo que otros te dan a ti. "Dad y se os dará, medida buena, apretada, remecida y rebosante."

Cuando terminó de hablar, Jesús dijo a Simon Pedro, "Boga mar adentro y echen sus redes para pescar." Quizá Simon Pedro pensó que esa idea no hacía sentido. El agua estaba tan clara que las redes espantarían a los peses, pues era de día. Él respondió, "Maestro, toda la noche hemos estado trabajando, y nada hemos pescado; mas en tu palabra echará la red."

¡Cuando Pedro y Andrés sacaron la red, estaba tan llena de peses que se empezó a romper! Ellos les gritaron a Santiago y a Juan para que trajeran su barco y les ayudaran. ¡Dios había provisto la mayor pesca de sus vidas! En ese momento, Pedro se dio cuenta de algo asombroso: Jesús es el Hijo de Dios. Pedro se dio cuenta de lo poco que él tenia para dar a Jesús. Al compararse con Jesús, se sintió pequeño y pecador. Pedro se postró a los pies de Jesús y dijo, "Apártate de mí porque soy un pecador."

Jesús le respondió, "No temas. Desde ahora serás pescador de hombres." En otras palabras: Tú has estado obteniendo para ti mismo. Ahora darás de mis buenas nuevas a los demás." Así, los cuatro pescadores dejaron su oficio de la pesca para ayudar a Jesús de tiempo completo.    

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