Aventuras en la Historia Sagrada - La Semana del 5 de Diciembre

La Familia Infeliz

“Un mandamiento nuevo os doy; Que os améis los unos a los otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros.”  - Juan 13.:34

Aunque sus hermanos lo odiaban, José los amaba. Cuando los veía haciendo algo malo, trataba de convencerlos para que obedecieran a Dios. Ellos se burlaban de él y lo echaban de su medio. José iba a su padre, con la esperanza de que él pudiera ayudar a sus hijos a salir del pecado. 

Ellos no sentían ninguna culpabilidad por haber pecado y odiaban a José por haberle contado a Jacob sobre sus actividades. El odio de los hermanos para con José se profundizó tanto que ellos decidieron matarlo; pero como no pudieron, lo vendieron como esclavo.

José fue llevado a Egipto como esclavo; y en este extraño país continuó siendo fiel a Dios. Dios lo bendijo y lo guió a una posición donde podía usar sus talentos para el bien. Dios le dijo a José que pronto habría hambre en toda la tierra. José informó al Faraón, quien, creyendo en sus palabras, le dio el segundo puesto de mayor importancia en Egipto.

La sequía llegó a Canaán, donde vivían Jacob y sus hijos. Los hermanos de José, hechos verdaderos hombres, salieron hacia Egipto a comprar comida. Debían comparecer ante José ya que él era quien controlaba ese departamento. José se preguntaba si ellos seguían siendo egoístas y crueles, así que decidió probarlos. Los acusó de ser espías y les hizo preguntas sobre su familia, de esta forma pudo saber que su padre aún vivía.

Como prueba final, José puso su copa de plata dentro del saco de comida de Benjamín y después lo acusó de habérsela robado. Les dijo que su castigo sería dejar a Benjamín como esclavo. Los hermanos sabían que esto quebrantaría el corazón de su padre. Ya no peleaban entre sí, sólo querían hacer feliz a su padre. Para salvar a Benjamín, Judá se ofreció a ser esclavo en su lugar. Entonces José se dio cuenta del gran cambio de sus hermanos. Vio que habían entregado sus corazones a Dios y que su avaricia, crueldad y egoísmo se había tornado en amor, bondad y generosidad.

José les reveló quién era y les dijo que los perdonaba. “Ustedes trataron de hacerme daño,” les dijo, “pero Dios tornó su maldad en bien al ponerme en esta posición para salvar sus vidas.”

Dios puede cambiarnos a ti y a mí, como lo hizo con los hermanos de José. No importa cuán pecadores seamos, Dios nos puede hacer amorosos y buenos.
¿Por qué no le entregas tu corazón hoy mismo?

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