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Buscando a Dios a través de la adoración - Primeros15 - 2 de Julio


Tema de la Semana: Buscando a Dios

Aprender a buscar el rostro de Dios es la base para experimentar la increíble vida que Jesús nos da a través de su muerte. Por medio de Cristo tenemos a nuestra disposición todas las maravillas, excelencias y satisfacciones que podamos llegar a comprender. Dios nos ha concedido gracia sobre gracia, misericordia sobre misericordia, afecto sobre el afecto y amor sobre el amor. Cuando lo seguimos, utilizando todas las formas que tenemos disponibles, se abre una puerta en la que descubrimos todo lo que nuestro Padre celestial anhela darnos. Que esta semana puedas crecer en tu búsqueda de Dios mientras estudiamos varias maneras con las que contamos para buscar su rostro.

Buscando a Dios a través de la adoración

Pasaje Bíblico: “Vayamos hasta su morada; postrémonos ante el estrado de sus pies”. Salmo 132:7

Devocional:

Adorar a través de canciones es una de las formas más poderosas de conectarse directamente con el amor, la compasión, el poder y la gracia de Dios. En la adoración, los muros que hemos colocado entre Dios y nosotros son derribados, al igual que Dios rasgó el velo con la muerte de Cristo. En la adoración, nuestros corazones se vuelven blandos, conscientes y abiertos a la gloriosa majestad de la cercanía de Dios. En la adoración, Dios nos da a conocer su cercanía y nos llena de nuevo con el poder de su presencia.

Los Salmos están llenos de exhortaciones para adorar. El Salmo 95:1-3 dice: “Vengan, cantemos con júbilo al Señor; aclamemos a la roca de nuestra salvación. Lleguemos ante él con acción de gracias, aclamémoslo con cánticos. Porque el Señor es el gran Dios, el gran Rey sobre todos los dioses”. Fuimos creados para adorar a nuestro Creador. Cuando le damos gloria a Dios, lo colocamos en el trono de nuestros corazones y nos posicionamos en el único lugar en el que encontramos la paz: en la sumisión y la humildad. En la adoración, dejamos a un lado todo lo que hemos permitido que importe más que la perfecta voluntad de Dios, y recibimos la gracia de amarlo por encima de todo.

El Salmo 132:7 dice: “Vayamos hasta su morada; postrémonos ante el estrado de sus pies”. Cuando adoramos, entramos en contacto directo con nuestro Padre celestial, todopoderoso, amoroso y omnisciente. El deseo de Dios en la adoración es acercarnos a sí mismo, llenarnos hasta rebosar de su amor y esperar pacientemente a que lo amemos como resultado de ese amor. Cuanto más a menudo recibamos su amor a través de la adoración, más consistentemente lo amaremos y honraremos en todo lo que hacemos. Creo que muchos cristianos participan de la adoración solo porque sienten que deben hacerlo o porque hay un momento en la iglesia para hacerlo, pero en realidad nunca desean adorar a Dios. Dios no es un Rey orgulloso que exige alabanzas inusuales de su pueblo. Él no es inseguro ni necesita nada, en absoluto. Simplemente busca una verdadera comunión contigo, en la cual él te ame y tú lo ames en respuesta a su amor. Y seguirá amándote, hablándote y recordándote cuánto te desea hasta que abras tu corazón y te des cuenta de que amarlo es la mejor forma de vivir.

Mi forma favorita de participar en la adoración, ya sea en mi tiempo devocional personal o en una reunión corporativa, es comenzar abriendo mi corazón y pidiéndole al Espíritu Santo que me ayude a recibir el amor de Dios por mí. 1 Juan 4:19 dice: “Nosotros amamos porque él nos amó primero”. Yo olvido con mucha facilidad cuán profundamente me ama Dios. A lo largo de mi semana, las preocupaciones del mundo parecen rodearme y privarme de una comprensión plena de la profundidad del amor de Dios. Por lo tanto, continuamente necesito recordatorios de su amor para poder vivir mi vida en respuesta a él en lugar de cantar solo porque debo hacerlo. Antes de adorar, tómate un minuto o dos para reflexionar sobre el amor de Dios. Lee un Salmo o una parte de los Evangelios que te recuerde cuánto te ama Dios. Pídele que te hable y que derrame su amor sobre ti. No es egoísta pedirle a Dios que te ame. Él sabe que estamos desesperadamente necesitados de su amor, y comprende perfectamente que no podemos amarlo sin recibir primero su amor.

Richard J. Foster lo dice así en su libro Alabanza a la Disciplina:

La adoración es nuestra respuesta a la proposición de amor del corazón del Padre. Su realidad central se encuentra "en Espíritu y en Verdad". Se enciende dentro de nosotros solo cuando el Espíritu de Dios toca nuestro espíritu humano. Las formas y rituales no producen la adoración, como tampoco lo hace el hecho de no utilizar formas ni rituales. Podemos usar todas las técnicas y métodos correctos, podemos tener la mejor liturgia posible, pero no adoraremos al Señor hasta que el Espíritu toque al espíritu. Cantar, orar y alabar pueden llevar a la adoración, pero la adoración es más que cualquiera de ellos. Nuestro espíritu debe ser encendido por fuego divino.

Ya sea que hayas encontrado o no el milagro de la presencia de Dios en la adoración, ahora Dios quiere llevarte a una experiencia nueva y necesaria de su proximidad. Él quiere derramar su amor en cada lugar seco y cansado de tu corazón. Tómate un tiempo en oración para recibir su amor, y permite que su Espíritu toque tu espíritu y responde a él con adoración.

Guía de Oración: 

1. Medita en las profundidades del amor de Dios por ti.

“Pero Dios demuestra su amor por nosotros en esto: en que cuando todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros”. Romanos 5:8

Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor”. Romanos 8:35-39

“Tu amor, Señor, llega hasta los cielos; tu fidelidad alcanza las nubes”. Salmo 36:5

2. Pídele al Espíritu Santo que te guíe a un encuentro directo con Dios. Abre tu corazón al Espíritu Santo y permítele que te llene con el conocimiento del amor y la cercanía de Dios. Espera en él y deja que su Espíritu toque tu espíritu.

3. Responde al amor de Dios con el tuyo. Dale gracias por lo que ha hecho por ti. ¡Observa todas las cosas buenas que hay en tu vida y adóralo por ellas! Ámalo de la manera que desees. Si no estás seguro de qué hacer, pídele al Espíritu Santo que te llene de una manera específica de amar a Dios.

Richard Foster también escribió: "Cuando la adoración comienza con una santa expectativa, termina en una santa obediencia. La obediencia santa salva a la adoración de convertirse en un opio, en un escape de las necesidades apremiantes de la vida moderna". Vive hoy siguiendo la guía del Espíritu de Dios y de su palabra. Responde a su amor con tu propia obediencia amorosa. Que descubras la riqueza de la vida abundante disponible para ti al recibir el amor de Dios, y que puedas amarlo a través del don de la adoración en respuesta a su amor.

Lectura Complementaria: 1 Corintios 13

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