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El corazón paciente de Dios - Primeros15 - 21 de Agosto


Tema de la Semana: El Hijo Pródigo

La historia del hijo pródigo mueve mi corazón a ahondar en las profundidades de la gracia ilimitada de Dios. Me encuentro a mí mismo en cada faceta de las palabras de Jesús. Me identifico tanto con la rebelión del hijo como con el poder del amor del padre. Como hijos de Dios constantemente necesitamos recordatorios de la misericordia de Dios hacia nosotros. Cuando el mundo nos rechaza, Dios nos llama a entrar; cuando el mundo nos castiga, Dios nos viste de justicia y honor. Que esta historia transformadora del hijo pródigo te guíe a una relación más profunda e íntima con tu amoroso Padre celestial.

El corazón paciente de Dios

Pasaje Bíblico:“Pero tú, Señor, eres Dios clemente y compasivo, lento para la ira, y grande en amor y verdad”. Salmo 86:15

Devocional:

Nuestro Padre celestial es muy paciente con nosotros. Su amor es tan vasto que nuestros corazones siempre pueden ser llenos de su afecto. Tan perfecta es su guía y sabiduría que nos brinda una vida perfecta y placentera a través de cada etapa de nuestra vida; y a la vez es paciente para guiarnos hacia la plenitud de la vida que nos ofrece el sacrificio de Cristo. Él espera dulcemente, llamándonos para que simplemente confiemos y cultivemos un corazón de constante comunión con él.

En Lucas 15 Jesús nos habla de un hijo pródigo que, tontamente y con orgullo, deja la perfecta comunión con su padre para perseguir la satisfacción mundana. El padre complace amorosamente a su hijo, le ofrece su herencia como si él mismo estuviera muerto y observa cómo su hijo deja una vida al cuidado de su padre para llevar un estilo de vida de destrucción.  El padre espera pacientemente, deseando el regreso de su hijo.

Diariamente me encuentro dejando la perfección de la comunión con mi Padre celestial para buscar las cosas del mundo. Busco el éxito y la admiración de los perdidos y quebrantados en lugar de simplemente recibir la aceptación incondicional de mi Padre. Abandono la paz perfecta y la cambio por el esfuerzo y el estrés de los logros mundanos. Rechazo los pensamientos amorosos y perfectos de mi Padre por el afecto fugaz e infundado de los demás.

Yo soy el hijo pródigo, todos lo somos. Y, sin embargo, nuestro Padre celestial tiene un corazón paciente hacia nosotros. Él espera a salir corriendo a nuestro encuentro. El Salmo 86:15 dice: “Pero tú, Señor, eres Dios clemente y compasivo, lento para la ira, y grande en amor y verdad”.  Justo cuando creo que mi Padre celestial me rechazará por mi pecado y rebelión, él corre para vestirme con la mejor túnica, un anillo y zapatos nuevos (Lucas 15:22). Justo cuando creo que me enviará a los campos como esclavo para ser castigado, él celebra una fiesta en mi honor (Lucas 15:23-24). Justo cuando creo que no soy digno de sus afectos y atención, él me recuerda la muerte de su Hijo, sacrificado para que pueda recibir la abundancia del amor incondicional y la gracia que mi Padre tiene para mí.

Anhelo vivir en el abrazo de mi Padre. Anhelo terminar mis días de actividades caprichosas. Anhelo descansar en la perfecta comunión que tengo disponible en Jesús. No hay fuente de amor verdadero fuera de él. No hay relación más satisfactoria que la que tenemos con nuestro Dios. No hay identidad más liberadora que la de ser el hijo del Creador, y no hay gracia real fuera de su corazón abrumadoramente paciente.

Que nosotros, como la novia de Cristo, volvamos hacia la casa de nuestro Padre y confesemos nuestra necesidad de él. Que nos humillemos ante un Dios que es paciente y poderoso a la vez. Que podamos permitirle que nos levante de nuestras rodillas, nos vista con honor y amor, y nos envuelva en sus brazos llenos de gracia. Tu Dios es paciente contigo y espera con expectativa lo que puede hacer en tu vida. Recibe el amor que anhela darte y experimenta la vida abundante que se obtiene solo a través de la relación restaurada con tu paciente Padre.

Guía de Oración:

1. Medita en el corazón paciente de Dios. Deja que su paciencia te lleve a los lugares más profundos de su corazón. Recibe su presencia y descansa en el conocimiento de su amor.

“El Señor no tarda en cumplir su promesa, según entienden algunos la tardanza. Más bien, él tiene paciencia con ustedes, porque no quiere que nadie perezca, sino que todos se arrepientan”. 2 Pedro 3:9

“Pero tú, Señor, eres Dios clemente y compasivo, lento para la ira, y grande en amor y verdad”.  Salmo 86:15

“Para mí el bien es estar cerca de Dios. He hecho del Señor Soberano mi refugio para contar todas sus obras”. Salmo 73:28

2. ¿De qué manera has estado viviendo como el hijo pródigo? ¿Dónde has ido a tu manera y has abandonado la paz perfecta que proviene de la comunión total con el Padre?

“Al de carácter firme lo guardarás en perfecta paz, porque en ti confía”. Isaías 26:3

3. Dirige tu corazón hacia el Padre, arrepiéntete de tu pecado y permítele que te llene con su abundante amor. Pídele que te revele su amor hoy, allí donde estás. Pregúntale qué siente por ti y deja que su amor elimine cualquier vergüenza o culpa que te impida experimentar toda la amplitud de su amor.

“Vayamos hasta su morada; postrémonos ante el estrado de sus pies. Radiantes están los que a él acuden; jamás su rostro se cubre de vergüenza”. Salmo 132:7

La paciencia de nuestro Padre no es de ninguna manera una debilidad, tal como el mundo podría pensar. Nuestro Dios es paciente porque tiene una perspectiva y un propósito perfectos. Él valora lo que realmente importa y no se preocupa por las actividades mundanas. Él ve el camino completo de tu vida y sabe las razones por las que fuiste creado. Él sabe los altibajos que atravesarás y es paciente contigo. Descansa en su paciencia. Permite que sus perspectivas se conviertan en las tuyas, y vive hoy al ritmo al que él te guíe, confiando en que su corazón paciente te llevará a su perfecta y agradable voluntad.

Lectura Complementaria: 2 Pedro 3

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