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Encuentro con Jesús - 14 de Abril, 2010

Abril 14, 2010

2 Corintios 9.6-11

El principio de sembrar y cosechar es una verdad universal ordenada por Dios que se aplica no sólo en la agricultura, sino también al acto de dar a otros. A pesar de que el Señor promete una cosecha abundante para quienes dan generosamente, muchos cristianos siguen teniendo problemas para desprenderse de su dinero.

Algunos temen que no tendrán suficiente si comparten lo poco que tienen. Otros, seducidos por un fuerte deseo de tener bienes materiales, no están dispuestos a sacrificar placeres y comodidades. Quienes sucumben a sus temores o a su codicia, se privarán de la gran cosecha que Dios quiere darles.

En medio de una economía caótica y tiempos de incertidumbre, podemos encontrar nuestra seguridad en el Señor. Sus caminos son a menudo contrarios a nuestras tendencias naturales. El mundo dice que, para tener bastante, tenemos que adquirir más. Dios dice que al dar generosamente tendremos abundancia de lo que necesitamos para cubrir nuestras necesidades (pan) y recursos para seguir siendo generosos (semilla).

Además, el Señor promete que la cosecha de nuestra justicia aumentará, y que seremos "enriquecidos en todo para toda liberalidad" (v. 11). Las riquezas de Dios abarcan mucho más que la riqueza terrenal. La generosidad produce un carácter piadoso, que es de gran valor ahora y en la eternidad.

Aunque se nos ha dado la promesa de una cosecha abundante, ésta será una realidad sólo para aquellos que siembren abundantemente. Si usted sigue el plan de Dios en cuanto a dar, podrá estar libre de preocupaciones, porque Aquel que le garantiza una cosecha, es también el Señor omnipotente capaz de producirla en abundancia. Aunque se nos ha dado la promesa de una cosecha abundante, ésta será una realidad sólo para aquellos que siembren abundantemente.

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