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Encuentro con Jesús - 20 de Abril, 2010

Abril 20, 2010

Hechos 14:21-22 

Si usted desea tener una vida significativa, transitará a veces el camino de la adversidad. Pero todas las dificultades tienen un propósito específico. Nuestro Padre celestial permite el dolor y las pruebas para llevar a cabo su misericordioso plan para nuestra vida (Ro 8.28).

Cuando enfrentamos momentos tristes, lo primero que nos viene a la mente es ¿Por qué? Dios acoge con agrado nuestras preguntas, pero nos reta a obedecerle, aunque no recibamos respuestas (Pr 3.5, 6). De hecho, es posible que tengamos que esperar meses o años antes de conocer el propósito que hubo detrás de una prueba.

José pasó 13 duros y tristes años en Egipto. Enfrentó la traición, la separación de sus seres queridos, y el choque cultural; después vinieron la esclavitud, acusaciones falsas y la cárcel. Su única evidencia de que tenía un Dios soberano y amoroso, es que prosperaba siempre, incluso en tiempos de adversidad.

Todo lo que José soportó lo preparó para la tarea de ser primer ministro de Egipto. Cuando todavía era un muchacho, aprendió el idioma, la cultura y la manera de pensar de una nación extranjera. Además, el hombre que surgió de las dificultades fue el siervo fiel y disciplinado del Señor. Al final, José fue puesto para salvar a más de un pueblo; salvó al pueblo elegido de Dios —al linaje de Jesucristo, el Mesías.

Vivir en el centro del amor del Señor no garantiza una vida fácil y libre del dolor. En realidad, es lo contrario. Dios ama tanto a los creyentes que conforma cada uno a semejanza de su Hijo por medio de cualquier medio necesario. En su experta mano, nos convertimos en siervos cuyas victorias y pruebas lo glorifican a Él. Vivir en el centro del amor del Señor no garantiza una vida fácil y libre del dolor. En realidad, es lo contrario.

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