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Encuentro con Jesús - 14 de Junio, 2010

Junio 14, 2010

Romanos 1.21-34 

Dios se ha revelado a la humanidad, y ha dado todo lo necesario para una relación con Él. Sin embargo, muchos rechazan neciamente su oferta.

Al elegir vivir sin Dios, la persona cae en una espiral descendente de pecado y de una percepción errada de la verdad que es evidente por todas partes. Cuando la ignorancia vence a la capacidad de comprensión inteligente, se tiene un corazón cada vez más oscurecido. La persona ansía tener algo que llene su vacío, pero no es capaz de reconocer que sólo el Señor puede satisfacer su anhelo.

Deseosa de llenar su vacío espiritual, la persona buscará un ídolo que adorar. No será una estatua de madera o de oro, sino algo sobre lo cual centrará sus afectos. "Ídolos" son las cosas que ocupan el fervor, el tiempo y la energía de la persona; en el mundo de hoy toman a menudo la forma de dinero, prestigio, vanidades e influencias. El "adorador" comienza a abandonarse a los placeres y deseos terrenales. Pero nada puede satisfacer el vacío. Al final, como muestra claramente Romanos 1.28, el Señor lo entregará a una mente reprobada, una mente incapaz de discernir el bien.

Recordemos que el Padre celestial desea relacionarse con nosotros. Hasta dio a su Hijo para hacer esto posible. Es el hombre quien lo rechaza, y comienza así el camino hacia la impiedad y la insatisfacción.

Mire a su alrededor; observe la abundante evidencia que apunta a un Dios santo y amoroso que desea ser nuestro amigo. No desatienda su invitación; las consecuencias del rechazo son demasiado peligrosas, pero los beneficios de decirle sí no son comparables con nada que usted pueda imaginar (Ef 3.20). Mire a su alrededor; observe la abundante evidencia que apunta a un Dios santo y amoroso que desea ser nuestro amigo.

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