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Encuentro con Jesús - 30 de Junio, 2010

Junio 30, 2010

Salmo 119.71-76 

David se regocijaba en la aflicción, porque las pruebas le permitían conocer más a Dios. Las lecciones de la constancia, la gracia y la provisión del Señor le eran más valiosas que un costal de dinero. Además, el corazón de David y el espíritu se enriquecían también.

Las aflicciones actúan como un fertilizante espiritual en la fe del creyente. La búsqueda radical del Señor por David se desarrolló mientras huía de un rey asesino. Los años transcurridos entre su victoria sobre Goliat y su ascensión al trono, fueron físicamente exigentes y emocionalmente agotadores. Pero los problemas convirtieron al futuro rey en líder sabio, guerrero astuto y siervo humilde de Dios.

Los salmos de David revelan que sus luchas le enseñaron la dependencia de Dios (Sal 4), la perseverancia (Sal 13) y muchas otras valiosas cualidades espirituales. El Señor también le confortaba mientras ensanchaba la fe del guerrero y poeta (Sal 86.17). Tal como era el propósito de Dios, las palabras de David ofrecen consuelo a otros que deben pasar por el sufrimiento.

Dios moldea a sus hijos por medio de la aflicción, para convertirlos en dadores de consuelo (2 Co 1.4). El mensaje que ofrecemos es el que aprendimos en nuestras pruebas: que Dios es suficiente. Él puede satisfacer las necesidades cuando el foso sea profundo, los obstáculos gigantes o el sufrimiento prolongado.

Segunda a los Corintios 2.14 nos dice que los creyentes son un olor grato en la tierra. Aquellos a quienes Dios lleva al triunfo sobre la aflicción, se convierten en la fragancia de su cuidado por el mundo. Llevamos ánimo y alivio a los que sufren, y el mensaje del amor de Cristo. Aquellos a quienes Dios lleva al triunfo sobre la aflicción, se convierten en la fragancia de su cuidado por el mundo. Llevamos ánimo y alivio a los que sufren, y el mensaje del amor de Cristo.

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