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Encuentro con Jesús - 13 de Julio, 2010

Julio 13, 2010

Lucas 18.18-23 

Tres de los cuatro evangelios contienen el relato del joven que hizo una pregunta muy importante a Jesús: "¿Qué haré para heredar la vida eterna?" (v. 18). Era un líder muy rico, y se consideraba un hombre de gran moralidad por haber guardado los mandamientos de Dios. Pero se conducía bajo la falsa suposición de que hacer buenas obras hace a una persona digna de la salvación. Le preguntó a Jesús qué más tendría que hacer para asegurar su lugar en el cielo, además de todas las cosas buenas que ya había alcanzado.

Esto es lo que yo llamo "el gran engaño", la equivocada creencia de que la vida eterna puede ganarse con nuestros propios esfuerzos. Si damos crédito a esta mentira, entonces no entendemos el problema de nuestro pecado, y de cómo nos separa de Dios. La Biblia nos dice que hemos heredado una naturaleza pecaminosa a partir del primer hombre (ro 5.12).

Desde entonces, la humanidad ha estado en rebeldía contra el Señor y bajo el juicio divino. No hay nada que podamos hacer para pagar por nuestro pecado. Si éste fuera el final de la historia, seríamos seres sin esperanza para hoy o para el futuro. Pero la buena noticia es que el Padre celestial reconoció nuestra difícil situación, y misericordiosamente nos facilitó el camino al cielo (Jn 14.6).

Cuando Dios nos hizo a su imagen, nos creó para vivir para siempre. Por eso, aunque nuestro cuerpo terrenal perecerá, nuestro espíritu no morirá jamás. La pregunta acerca de la vida eterna es importante, ya que pasaremos la eternidad,

O bien con Dios en el cielo, o bien en un estado insufrible separados para siempre de él (Mt 25.34, 41). Aunque nuestro cuerpo terrenal perecerá, nuestro espíritu no morirá jamás.

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