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Encuentro con Jesús - 24 de Agosto, 2010

Agosto 24, 2010

Romans 8:28-29 

Si pudiéramos diseñar una vida ideal, la mayoría de nosotros evitaría los momentos de adversidad. Pero la Biblia nos enseña que Dios tiene un propósito en las tormentas de la vida.

Purificación. Cuando los problemas nos presionan, tienden a surgir actitudes y hábitos impuros. La conducta impaciente, los arrebatos de ira, o la confianza en algo o alguien distinto a Dios, puede volverse evidente. En una crisis, los malos hábitos a los que habíamos restado importancia, pueden comenzar a ser más evidentes. El Espíritu santo utilizará los tiempos difíciles para suavizar las asperezas y producir el fruto del Espíritu en nosotros (gá 5.22, 23).

Comunión. Cuando nos va bien en la vida, es posible que pasemos menos tiempo con el señor, y comencemos a no prestar la debida atención a nuestra relación con Él. Incluso podemos apartarnos de sus caminos. Las crisis nos ayudan a ver nuestra necesidad de Él, y también lo impotentes que somos para ayudarnos a nosotros mismos. Los tiempos difíciles nos llevan a ponernos de rodillas en oración, y a buscar la comunión con Dios.

Nuestro Padre celestial desea que desarrollemos un carácter semejante al de Cristo, y que crezcamos en intimidad con Él. El señor quiere que experimentemos la riqueza de su amor, y que le mostremos una reverencia sincera. Él usará las pruebas para lograr los buenos propósitos que tiene para nosotros.

Aunque en la vida existen muchas pruebas distintas, todas tienen algo en común: el deseo y la capacidad del señor de utilizarlas para nuestro bien y para su gloria. A través de estas experiencias podemos deshacernos de los rasgos pecaminosos y caminar con Dios. A través de estas experiencias podemos deshacernos de los rasgos pecaminosos y caminar con Dios.

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