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Encuentro con Jesús - 12 de Octubre, 2010

Octubre 12, 2010

Efesios 3.14-21 

Un rasgo notable del apóstol Pablo era su determinación de avanzar ante la adversidad. Hay muchas personas que se quedan varadas en las dificultades de la vida. Están demasiado atemorizadas o amargadas como para avanzar ante las dificultades. Lo que hacen es esperar que el Señor les quite el problema, pero Él no actúa siempre así.

La manera como la persona responde a las adversidades muestra su verdadero carácter. Es en los tiempos de dificultad cuando necesitamos armonizar nuestras acciones con nuestras palabras. Es fácil decir: "Yo confío en Dios", o "Mi Señor es fiel", cuando las cosas marchan bien en la vida. Pero a menos que reconozcamos que Dios es soberano aun en la adversidad, los mismos labios se quejarán y buscarán la conmiseración. Los creyentes que confían en la fidelidad y la preeminencia del Señor se enfocarán en Él, y por consiguiente mantendrán su ansiedad y sus dudas bajo control.

Para vencer la adversidad, tenemos que comenzar a movernos a través de ella. Es esencial que el cristiano que está sufriendo se rinda a la voluntad de Dios. Es posible que no sepamos cuál es su propósito; desde luego, no nos gustará el dolor, y desearemos que la situación cambie rápido. Pero dejar que el Señor haga lo que Él quiere nos permite madurar en la fe, conformarnos a la imagen de su Hijo, y realizar su plan particular para nuestras vidas.

Rendirse no pareciera ser la manera de avanzar. Pero, en realidad, solo estamos entregando el control a Dios y diciendo: "Guíame adonde quieres que yo vaya". Hacer esto exige mucha fe. Pero adoramos a un Señor que es digno de nuestra fe y confianza. Hacer esto exige mucha fe. Pero adoramos a un Señor que es digno de nuestra fe y confianza. 

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