Octubre 20, 2010
Nuestro Padre celestial ha hecho muchas promesas en la Biblia. Pero hay cierta confusión entre los cristianos en torno a cuáles versículos podemos reclamar como una obligación definitiva de Dios. Hay tres preguntas prácticas para juzgar si las promesas divinas se aplican a nuestra situación.
- ¿Está limitada la promesa a una persona o circunstancia específica, o se aplica a todos los creyentes? Por ejemplo, la promesa hecha a Abraham y a Sara acerca de tener un hijo (Gn 18.10) fue específicamente para ellos, mientras que Hebreos 13.5 contiene la garantía para todos los cristianos de que Jesús estará con ellos para siempre.
- ¿Estamos pidiendo al Señor para satisfacer una necesidad, o un deseo? Una necesidad es algo que es indispensable tener para que Dios realice su obra en nuestras vidas. Un deseo es algo que queremos para nuestro propio disfrute o satisfacción. Si perdemos el trabajo, entonces está faltando algo esencial: un ingreso. Pero si queremos tener un nuevo cargo por razones personales, eso es un deseo.
- Antes de cumplir una promesa, ¿requiere el Señor alguna acción de nuestra parte? Proverbios 3.5, 6 es una promesa condicional que garantiza la dirección de Dios en base a nuestra confianza en Él. En cambio, la promesa de la presencia de Jesús en los creyentes (He 13.5) es incondicional; no depende de nada que hagamos.
www.encontacto.org - www.encontacto.org/meditaciondiaria - www.encontacto.org/archivodevocional