Crosswalk.com

Encuentro con Jesús - 28 de Octubre, 2010

Octubre 28, 2010

2 Timoteo 3.16-17 

El castigo por nuestras transgresiones fue pagado totalmente en la cruz, y el poder del pecado sobre nosotros fue roto. Sin embargo, todavía luchamos con el pecado en nuestras vidas. ¿Cómo podemos evitar las conductas que acarrean la disciplina divina?

Primero, podemos buscar a Dios de todo corazón. A medida que estudiemos su Palabra y la apliquemos a nuestra vida, sabremos qué agrada y qué desagrada al Señor. Segundo, podemos unirnos a una iglesia cristiana evangélica y conocer personas de fe ante las que podemos ser responsables de nuestras acciones.

Para evitar la necesidad de la disciplina del Señor, podemos también practicar el autoexamen espiritual. Esto puede hacerse individual o colectivamente (1 Co 11.28). Examinar nuestra mente, palabras y acciones a la luz de la Biblia, nos revela áreas de pecaminosidad. Primera de Juan 1.9 nos dice que confesemos nuestros pecados al Señor. La confesión sincera significa estar de acuerdo con Dios en que su camino es el correcto, y que lo que estamos haciendo nosotros está mal. Después de la confesión vendrá el arrepentimiento —que implica un cambio de acciones y actitudes para ajustarlas a la Palabra de Dios.

Puesto que no somos perfectos, no podremos evitar ser disciplinados. Cuando pequemos, tendremos que humillarnos, reconocer nuestra conducta equivocada, y enderezar nuestra manera de actuar.

Los creyentes no debemos temerle a la disciplina de Dios. Nuestro Padre celestial nunca nos responde con ira o condenación. Su corrección puede doler, pero trae gran beneficio espiritual. Si procuramos vivir con rectitud y santidad (1 Ti 6.11), nos resultará más fácil evitar la disciplina divina. Si procuramos vivir con rectitud y santidad, nos resultará más fácil evitar la disciplina divina.

www.encontacto.org  - www.encontacto.org/meditaciondiaria  -  www.encontacto.org/archivodevocional