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Alimento Diario - 17 de Diciembre

  
 
Hay razón de alegría

 

"Entonces dijo María: Mi alma glorifica al Señor, y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador, porque se ha dignado fijarse en su humilde sierva. Desde ahora me llamarán dichosa todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho grandes cosas por mí. ¡Santo es su nombre! De generación en generación se extiende su misericordia a los que le temen." Lucas 1:46-50

 

La alegría está en Dios; no sólo en su regalo, sino también en su entrega. Si nos alegramos sólo por las cosas que tenemos -los seres queridos, el trabajo, hogar, posesiones—,  ¿qué ocurre cuando estos repentinamente desaparecen? ¿A dónde se va la alegría cuando amamos el regalo y no al que da. Solo el que da realmente cuenta en lo que la gente llama el "juego de la vida".

 

El secreto del Señor está en el Niño nacido en Belén, en ese Niño en el templo, en ese Hombre recorriendo caminos polvorientos en Judea. El secreto del Señor está ahí en la cruz, donde él dio su vida por la vida del mundo. Allí el secreto está revelad Dios es el Salvador.

 

El Hijo murió por los pecados del mundo y por el amor de ese Hijo Dios perdona. Él quería hacer las cosas de esa forma, y las hizo. Su Hijo amado y obediente hizo por nosotros lo que nosotros no podemos hacer por nosotros mismos. Él murió por nosotros, resucito de la muerte para la gloria de su padre, y el amado Hijo de su Padre vive por nosotros. Él es Señor, en él el secreto está revelad Dios es Salvador.

 

Si es verdad que Dios es Salvador, entonces hay razón de alegría. El secreto de Dios en Cristo ha sido mantenido, pero no en secreto. Dios comparte su secreto con el mundo. El pueblo de Dios comparte su secreto con el mundo. Este es un secreto que da alegría a la gente en medio del sufrimiento, y los ayuda a sonreír en el llanto, dándoles alegría en el día que entierran a un ser querido y amado. Es un secreto real, el secreto de la vida, que viene de Dios mismo y de nadie más. En Cristo Dios le dice a usted: "Sus pecados son perdonados. Es como si nunca hubiera pecado. Usted está libre de culpa porque Yo cargo con la culpa. Venga a la familia y regocíjese en Cristo". 

 

ORACIÓN: Salvador de naciones, ¡ven! ¡Hijo de la virgen, quédate con nosotros! Maravíllense los cielos y la tierra que el Señor escogió tal nacimiento. Amén.

Rev. Dr. Oswald C.J. Hoffmann

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