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Encuentro con Jesús - 26 de Diciembre


Diciembre 26

SALMO 27.14

Hay muchas lecciones que debemos aprender en la Escuela de obediencia de Dios. Con espacio para solo dos, elegí principios que no son fáciles. Ayer aprendimos que los cristianos debemos confiar en el Señor. Hoy nos ocuparemos de la paciencia: Los creyentes debemos aprender a esperar en Él.

¿Alguna vez se ha preguntado por qué el salmista combinó la advertencia de esperar en Dios, con la motivación de esforzarse y cobrar ánimo? La razón es que, a veces, soportar la demora es lo más difícil de hacer.

La cultura moderna tiene mucha prisa. ¡Tiene que ser ya! ¡No puedo esperar! Hemos sido condicionados para estar siempre listos para cualquier eventualidad. Se necesita valor para estar quietos cuando el mundo anda con prisa. Nuestro ser clama: "¡Ve! mientras Dios susurra: "Espera". Pero nos apresuramos a actuar, porque tenemos miedo de perder algo. Los creyentes con esta actitud se precipitan al actuar, y luego esperan que Dios les bendiga.

Dios no deja nada al azar. No pone una decisión delante de nosotros con la esperanza de que tomaremos la opción correcta. Eso sería irresponsable y nada característico de Él. El Padre celestial está más que dispuesto a enseñar a sus hijos qué hacer, porque Él está personalmente interesado en su bienestar. Pero hasta que el Señor deje claro cuál es el camino a seguir, tenemos que hacer una pausa y esperar.

Esperar en Dios no es una excusa para quedarse con los brazos cruzados. De hecho, es todo lo contrario. Quienes hacen una pausa para buscar la voluntad del Señor están orando, escudriñando las Sagradas Escrituras, e incluso ayunando. Y, mientras tanto, siguen sirviendo al Señor dondequiera que puedan. Dios está personalmente interesado en su bienestar. 

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