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Encuentro con Jesús - 10 de Julio


Julio 10

La trampa del desánimo

 HABACUC 1.2

¿Se siente usted atrapado por el desánimo? Si es así, no es el único. En algún momento, todos experimentamos algún tipo de desilusión. La frustración es la reacción inicial normal. Pero si le permite que permanezca durante mucho tiempo, puede convertirse en desánimo. Cuando es así, no hay ninguna sensación de gozo o alegría, no importa lo que usted haga.

Las circunstancias que desencadenan estas emociones pueden ser inevitables, pero nuestra manera de responder la decidimos nosotros. Podemos dejar que la tristeza abrume nuestras almas, o enfrentar la situación con valentía y someterla a Aquel que puede ayudarnos.

Vivir en el desánimo divide a la mente, haciendo difícil concentrarse en algo que no sea nuestro dolor. Entonces la ira se convierte en habitual, y buscamos a alguien a quien culpar —ya sea a Dios, a las personas a nuestro alrededor, o a nosotros mismos.

La frustración que no se maneja bien puede convertirse en depresión, lo que a su vez puede alejarnos de los demás —la gente no disfruta de la compañía de alguien amargado y derrotado. Este aislamiento conduce a baja autoestima. Por último, podemos tomar decisiones equivocadas basadas en nuestras emociones, en vez de la verdad. Obviamente, elegir esta actitud autodestructiva no es lo que Dios quiere para nuestras vidas.

Aunque todos enfrentaremos el desánimo, no debemos regodearnos en él. En vez de eso, Dios quiere que le confiemos todo, aun nuestras expectativas no satisfechas y las tristezas más profundas. Recuerde que hay un propósito divino en todo lo que Él permite que toque las vidas de sus hijos (Ro 8.28).

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