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El Camino Bíblico - 23 de Agosto

 

Lea Jeremiah 32

En la lectura de hoy:

Jeremías en la prisión, después va y compra la heredad en Anatot; el regreso a Jerusalén es prometido; Cristo, el Renuevo de justicia es prometido

Jeremías profetizó que los hechos impiadosos de los israelitas resultarían en la destrucción de su nación por el imperio de Babilonia. «Entonces el ejército del rey de Babilonia tenía sitiada a Jerusalén, y el profeta Jeremías estaba preso en el patio de la cárcel que estaba en la casa del rey de Judá» (Jeremías 32:2). Aún, bajo tales circunstancias tan adversas, cuando la destrucción de la nación era ya inminente, el Señor le dijo a Jeremías: « . . . Cómprate la heredad por dinero, y pon testigos; aunque la ciudad sea entregada en manos de los caldeos . . . » (32:25). Sin duda Jeremías fue y pagó por la heredad, tomó la carta, la hizo certificar, y entonces dio la carta de venta a Baruc delante de muchos testigos (32:9-12).

Para las personas que habían oído los avisos repetidos de Jeremías sobre la destrucción y el cautiverio que se acercaba esta transacción (compra) pudiese haber sido inconsistente. Pero, Jeremías también había proclamado que el pueblo de Dios sería restaurado a su tierra, y esta compra de la heredad dio evidencia de su fe en que el Dios Soberano estaba en control del destino de Israel.

Aunque Jeremías no podía ver cómo Dios iba a cumplir esta profecía, su fe estaba firme en la Palabra de Dios que nunca se equivoca, y que también nos dice: «He aquí que Yo soy Jehová . . . ¿habrá algo que sea difícil para Mí?» (32:27).

Dios le dio a Jeremías una nueva seguridad sobre el futuro de Israel al decir: «He aquí que Yo los reuniré de todas las tierras a las cuales los eché con Mi furor, y con Mi enojo e indignación grande; y los haré volver a este lugar, y los haré habitar seguramente» (32:37). Que maravilloso es saber que, en medio de las más difíciles circunstancias, todos nosotros podemos descansar seguros en que Dios es misericordioso y que protegerá y proveerá todas las necesidades de Sus siervos fieles. La invitación del Señor sigue siendo esta: «Clama a Mí, y Yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces» (33:3).

Nuestra fe en la Palabra de Dios se puede medir por medio de la influencia que le permitimos que ella tenga sobre nuestra conducta. Debemos de siempre preguntarnos: ¿Puede mi fe afectar mi conducta cada día por lo que la Biblia me está enseñando, o es mi fe solamente una religión de ritos y tradiciones? «Porque como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta» (Santiago 2:26).

Pensamiento para hoy:

Lo que permitimos que ocupe nuestros pensamientos es una revelación de a qué o a quién estamos adorando en lugar de Dios.

Lectura opcional:

I de Juan 5

Versículo de la semana para aprender de memoria:

II de Timoteo 3:3