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El Camino Bíblico - 27 de Octa

 

Lea Luke 14

En la lectura de hoy:

La humildad; más parábolas; el hijo pródigo; el rico y Lázaro; Abraham y el gozo de la vida eterna; el horror del infierno eterno

Nuestro Señor ilustra dos alternativas para la vida. El primero a escoger es el hijo que vivía concentrado en sí mismo que exigió su libertad para no estar bajo la autoridad de su padre, y entonces «No muchos días después, juntándolo todo el hijo menor, se fue lejos a una provincia apartada; y allí desperdició sus bienes (herencia) viviendo perdidamente. Y cuando todo lo hubo malgastado, vino una gran hambre en aquella provincia, y comenzó a faltarle» (muriéndose de hambre) (Lucas 15:13-16).

Una alternativa más inteligente es la segunda a escoger por este hijo pródigo, cuando dijo: «¡ . . . yo aquí perezco (muero) de hambre! Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti» (15:17-18).

La palabra «pródigo» significa malgastador; el joven «malgastó» la herencia de su padre. Después que se arrepintió, su padre le hizo reconocer la seriedad de su antigua forma de vivir como un pecador al decir: «porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado. Y comenzaron a regocijarse» (15:24).

Tal y como este hijo pródigo descubrió que el amor de su padre era mucho mayor que lo que él anteriormente había reconocido, también lo podrá así descubrir cada pecador que se arrepiente y podrá ver que el Padre Celestial está esperando con gran compasión para perdonar a todos los que vienen a Él.

Jesús entonces habló de un hombre rico que nunca llegó a reconocer que él había «malgastado» su vida, aunque él había llegado a tener «gran éxito». Pero, «en el Hades alzó sus ojos, estando en tormentos . . . Entonces él, dando voces, dijo . . . porque estoy atormentado en esta llama» (16:23-24). Fue entonces que él llegó a descubrir que el infierno es eterno y que, entre él y Abraham, había «una gran sima» (16:26). Las preocupaciones del rico con sus ganancias le llevó a remover todo deseo de usar sus habilidades o recursos para la gloria de Dios. El mayor propósito de nuestras breves vidas en esta tierra es prepararnos para una eternidad sin fin, y después hacer todo lo posible para proveer el alimento espiritual para otras personas necesitadas.

Desde que la «ciudadanía» (estilo de vida) del verdadero creyente «está en los cielos» (Filipenses 3:20), no nos atrevemos a fijar metas mundanas, ni a ganancias materialistas, ni aun establecer las satisfacciones físicas como nuestra única prioridad. Toda la humanidad, el rico o el pobre, tiene una cosa en común — la muerte del cuerpo abrirá la puerta al gozo de la vida eterna o a los horrores del infierno eterno. «Por tanto, es necesario que con más diligencia atendamos a las cosas que hemos oído . . . ¿cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande?» (Hebreos 2:1,3).

Pensamiento para hoy:

¿Es usted uno de esos hijos pródigos? El Padre Celestial está amorosamente esperando darle las bienvenidas.

Versículo de la semana para aprender de memoria: Mateo 7:4