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El Camino Bíblico - 2 de Febrero

 

Lea Leviticus 7

En la lectura de hoy:

Las leyes sobre los sacrificios; consagración de Aarón y de sus hijos para el sacerdocio; las ofrendas de los sacerdotes

El «sacrificio de paz» (comunión) fue la única ofrenda que se compartía entre tres entidades. Primeramente: «Y la grosura la hará arder el sacerdote en el altar, mas el pecho será de Aarón y de sus hijos. Y daréis al sacerdote para ser elevada en ofrenda, la espaldilla derecha de vuestros sacrificios de paz» (Levítico 7:31-32), y todo lo que sobraba era para el consumo del oferente y su familia. La ofrenda para el sacrificio de paz tenía que ser un buey y un carnero (9:3-4). Pero las aves no se aceptaban para el sacrificio de paz. El animal tenía que ser sin defecto, lo cual es una característica de Jesucristo quien es Perfecto e Impecable.

El «sacrificio de paz» se podía traer por la respuesta de una petición, en conexión con un voto, o por un acto de dar gracias. No era un requerimiento, pero habían leyes estrictas que se tenían que cumplir. Para ofrendar el «sacrificio de paz» el oferente . . . «Pondrá su mano sobre la cabeza de su ofrenda, y la degollará a la puerta del tabernáculo de reunión; y los sacerdotes hijos de Aarón rociarán su sangre sobre el altar alrededor» (3:2). El sacerdote quemaba la grosura sobre el altar. La grosura siempre pertenecía a Dios y nunca se le permitía comerla a ninguna persona: «Porque cualquiera que comiere grosura de animal, del cual se ofrece a Jehová ofrenda encendida, la persona que lo comiere será cortada de entre su pueblo» (7:25).

En todos los sacrificios, la porción que pertenecía al Señor se presentaba primero. Nosotros nunca debemos de darle al Señor lo que queda después que hemos cumplido con todos nuestros deseos. Al Señor le debemos dar Su diezmo de todas nuestras ganancias. Además, una recta relación con Dios siempre resulta en amor y paz en comunión con otros creyentes. «Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo» (Romanos 5:1). El «sacrificio de paz» expresa una relación de paz con Dios al igual que con otras personas. Fue un tiempo de compartir, y de amistad, una ilustración perfecta que prefiguraba a la iglesia, y es un recordatorio para llevarnos a « . . . no (dejar) de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca» (Hebreos 10:25).

Pensamiento para hoy:

El orgullo y el celo son mortal para la salud; para la felicidad, para el compañerismo con otros, y para obtener la paz con Dios.

Lectura opcional: Marcos 6

Versículo de la semana para aprender de memoria: Oseas 4:6