Conexión Vertical - 17 de Febrero

 

Eran doce hombres quienes, hacia las tres de la mañana, remaban cansadamente. Luchaban en la noche, procurando conducir su barca hacia la rivera, a pesar de las fuertes olas y del viento que les era contrario. Habían tenido un día muy agitado y ahora, agotados por el cansancio, debían remar todavía para no extraviarse en medio de la tempestad de la noche.

 

¿Por qué el Señor permitía esta situación? Él mismo los había hecho entrar en la barca y atravesar el mar. ¿No sabia que esa tempestad iba a venir? ¿No habría podido mandar que ese gran viento no soplara? ¿Era necesario remar mas tiempo? Estaban agotados, ¿Por qué no detenerse y volver al lugar de donde venían? De todos modos el maestro estaba ausente y no hacia nada para ayudarles.

 

Semejantes pensamientos nos vienen a la mente cuando el viento de las circunstancias no es contrario. El duelo , la enfermedad, la escasez, los fracasos escolares o profesionales a menudo nos parecen pruebas insuperables.

 

Entonces leamos el final del relato: ” Y subió a ellos en la barca, y se calmó el viento”.

 

Al pensar que Dios ha preparado el fin de la prueba desde antes de que esta llegue y que siempre tiene en vista el bien de sus hijos, ¿no deberíamos apoyarnos confiadamente en esas certezas, aun cuando al principio no entendamos la meta que Él persigue? 

 

Recordemos esta promesa de Dios: “que te sustentó con mana en el desierto, comida que tus padres no habían conocido, afligiéndote y probándote, para a la postre hacerte bien” Deuteronomio 8:16

 

El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Este artículo fue producido por Radio Cristiana CVCLAVOZ.