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El Camino Bíblico - 15 de Febrero

 

Leviticus 24

En la lectura de hoy:

El tabernáculo, el candelero, el Pan de la Presencia; la blasfema; el año de jubileo; las leyes de la redención de la herencia y del hermano pobre

A continuación de decir: «Manda a los hijos de Israel que te traigan para el alumbrado aceite puro de olivas machacadas, para hacer arder las lámparas continuamente» (Levítico 24:2), a ellos se les dieron exactas instrucciones para hacer el Pan de la Presencia. «Y tomarás flor de harina, y cocerás de ella doce tortas . . . Y las pondrás en dos hileras, seis en cada hilera, sobre la mesa limpia delante de Jehová. . . . Cada día de reposo lo pondrá continuamente en orden delante de Jehová, en nombre de los hijos de Israel, como pacto perpetuo» (24:5-9).

Las palabras «el Pan de la Presencia» literalmente significa «el pan de la cara» y «Presencia de Dios», y quiere decir que sólo Él y Su Palabra mantenían sus vidas. Cuando el sacerdote comía el pan, confirmaba la dependencia de Israel en su Dios. Los panes eran hecho de «flor de harina» muy fina, la harina gruesa no se podía usar, porque estos panes representaban a Jesucristo, el Único perfecto, « . . . santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores, y hecho más sublime que los cielos» (Hebreos 7:26).

El incienso aromático que se requería para ponerlo sobre los panes es simbólico de la alabanza a Dios, así como un recordatorio que Jesucristo, nuestro «Pan de Vida», provee una satisfacción verdadera; «¡Cuán dulces son a mi paladar Tus Palabras! Más que la miel a mi boca» (Salmo 119:103).

Los panes también muestran a Jesucristo, quien se enfrentó al violento horno de la aflicción y la crucifixión para salir como: «el Pan de Vida». Jesucristo declaró: « . . . el que a Mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en Mí cree, no tendrá sed jamás» (Juan 6:35). Los doce panes idénticos eran un recordatorio que el Señor era quien satisfacía y sustentaba a las 12 tribus.

La luz revela la verdad, y el candelero iluminaba sobre el pan de la proposición que era un símbolo de Jesucristo. «Porque el Pan de Dios es aquel que descendió del cielo y da vida al mundo» (Juan 6:33). Mientras nosotros leemos Su Palabra, el Espíritu Santo, quien mora en cada creyente, provee luz a los valores morales y espirituales de nuestras vidas. Esta luz facilita al creyente para cumplir con una de las misiones más importantes del mundo: «Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos» (Mateo 5:16).

Pensamiento para hoy:

Todo lo que nosotros poseemos es un galardón de Dios.

Lectura opcional: Marcos 13

Versículo de la semana para aprender de memoria: Efesios 3:17