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El Camino Bíblico - 16 de Febrero

 

Leviticus 26

En la lectura de hoy:

Las bendiciones por la obediencia; las maldiciones por la desobediencia; la redención de las personas y las herencias; el diezmo es cosa dedicada a Jehová

El Señor advierte a Su pueblo: «No haréis para vosotros ídolos . . . para inclinaros a (ellos); porque Yo soy Jehová vuestro Dios. Guardad Mis días de reposo, y tened en reverencia Mi santuario. Yo Jehová. . . . (Y si) guardareis Mis mandamientos . . . vosotros seréis Mi pueblo. . . . Pero si no Me oyereis, ni hiciereis todos estos Mis mandamientos . . . Pondré Mi rostro contra vosotros, y seréis heridos delante de vuestros enemigos . . . y a vosotros os esparciré entre las naciones» (Levítico 26:1-33). A los israelitas se les recordaba que el primero y el cuarto de los Diez Mandamientos son el fundamento de una relación correcta y la verdadera adoración de nuestro Creador.

Numerosas bendiciones fueron registradas como beneficios a la obediencia de la Palabra de Dios (26:3-13). También registrados fueron avisos claros sobre el pecado y la desobediencia a Su Palabra que se cumplieron después (26:14-39).

Aunque el libro de Levítico fue escrito a los israelitas, sus verdades básicas son precisamente relevantes para nosotros hoy en día. El Dios de la santidad « . . . es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos» (Hebreos 13;8).

A pesar de que ellos continuamente rechazaron a Jesús el Mesías, los judíos terminarán reconociendo su cegera espiritual, se arrepentirán, y adorarán a su Mesías Jesucristo, la verdadera Fuente de la paz eterna. Así como dijo Dios de antemano: « . . . (Yo) los volveré a esta tierra . . . y Me serán por pueblo, y Yo les seré a ellos por Dios; porque se volverán a Mí de todo su corazón» (Jeremías 24:6-7). El tiempo de los gentiles que empezó con el Rey Nabucodonosor pronto terminará, y Jesucristo, el Rey de reyes, reinará justamente al mundo desde Jerusalén.

La maravillosa compasión de Dios y Su amor son claramente observadas en Su deseo de perdonar y restaurar al pecador otra vez a una comunión con Él. Sin embargo, nadie se puede escapar de las pérdidas y las tragedias de una vida malgastada. Si reconocemos las consecuencias eternas del pecado, veremos que la confesión a Dios es de suma importancia. «Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad» (I de Juan 1:9).

Pensamiento para hoy:

La tragedia de las pérdidas de una vida malgastada no se pueden revivir ni recuperar otra vez, pero Dios las puede perdonar.

Lectura opcional: Marcos 14

Versículo de la semana para aprender de memoria: Efesios 3:17