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El Camino Bíblico - 4 de Abril

 

1 Samuel 12

En la lectura de hoy:

El pueblo tiene su rey; otras batallas contra los filisteos; Saúl usurpa la oficina del ministerio del sacerdocio

Saúl, el primer rey, era un hombre de gran habilidad, pero también tenía un defecto fatal. Tal vez tres años después de ser ungido rey, su primer gran fracaso ocurrió cuando él confió en su propio juicio y no confió en el Señor. «Entonces los filisteos se juntaron para pelear contra Israel, (con) treinta mil carros, seis mil hombres de a caballo, y pueblo numeroso como la arena que está a la orilla del mar» (I de Samuel 13:5). Los israelitas se vieron en un aprieto, su ejército era muy pequeño y, hablando humanamente, se veían derrotados.

Reconociendo el poder militar de los filisteos, la mayoría de los soldados de Saúl: « . . . se escondieron en cuevas, en fosos, en peñascos, en rocas y en cisternas. . . . Y Saúl contó la gente que se hallaba con él, como seiscientos hombres» (13:6,15). Saúl se dio cuenta que su única esperanza estaba en Dios. « . . . Y él esperó siete días, conforme al plazo que Samuel había dicho; pero Samuel no venía . . . Y ofreció (Saúl) el holocausto. Y cuando él acababa de ofrecer el holocausto, he aquí Samuel que venía» (13:8-10). La decisión de Saúl de asumir el ministerio del sacerdote violó la Palabra de Dios. Primeramente él empezó a dar excusas: « . . . Y Saúl respondió: Porque vi que el pueblo se me desertaba, y que tú no venías . . . me dije: Ahora descenderán los filisteos contra mí a Gilgal, y yo no he implorado el favor de Jehová. Me esforcé, pues, y ofrecí holocausto» (13:11-12).

El holocausto simbolizaba un rendimiento a Dios; pero, cuando Saúl asumió el lugar del sacerdote, ese sacrificio llegó a ser una abominación al Señor (15:22-23; ver Números 16:1-40; Proverbios 21:27). Lo que le parecía a Saúl tardanza en la llegada de Samuel, en realidad fue una prueba mandada por Dios para probar la obediencia de Saúl para con Dios. Samuel francamente habló, y dijo a Saúl: «Locamente has hecho; no guardaste el mandamiento de Jehová tu Dios que Él te había ordenado» (I de Samuel 13:13-14).

Aunque nosotros podemos considerar la desobediencia de Saúl de poca consecuencia, Dios dijo que lo que Saúl había hecho fue considerado un gran pecado. Es muy fácil engañarnos en creer que a Dios le agrada nuestros logros «que hacemos para Él» aun cuando obedecemos solamente lo que nos agrada a nosotros mismos.

A veces somos tentados a descuidarnos de lo que la Biblia nos dice que es malo, pensando que las circunstancias nos justificarán. La presuposición de Saúl muestra la importancia de siempre obedecer la Palabra de Dios. «Porque Jehová da la sabiduría, y de Su boca viene el conocimiento y la inteligencia» (Proverbios 2:6).

Pensamiento para hoy:

El verdadero siervo del Señor voluntariamente sigue las instrucciones del Maestro sin excepción.

Lectura opcional: Hechos 5

Versículo de la semana para aprender de memoria: Efesios 3:20