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El Camino Bíblico - 9 de Abril

 1 Samuel 25

En la lectura de hoy:

La muerte de Samuel; la muerte de Nabal, un necio propietario; David se casa con la viuda Abigail; Saúl sigue persiguiendo a David

Samuel fue uno de los grandes hombres espirituales en la historia de Israel y está en la lista de los héroes de la fe (Hebreos 11:32), pero solamente una oración nos relata la muerte de este gran profeta. El Dios Todo-sabio, quien controla el universo, sabía lo que mejor le convenía a Israel durante estos tiempos peligrosos en la historia de Israel. «Murió Samuel, y se juntó todo Israel, y lo lloraron, y lo sepultaron en su casa en Ramá. Y se levantó David y se fue al desierto de Parán» (Por la persecución de Saúl, David no pudo asistir al entierro de Samuel) (I de Samuel 25:1).

A veces pensamos que la muerte ha llegado a la persona equivocada, o ha llegado a mal tiempo, especialmente cuando los niños se ven sin una madre, o mueren jóvenes. Pero, aunque estemos bien informados sobre la muerte, el camino que Dios toma para llevarnos es un poco extraño para muchos. Pero sin duda, el Señor nunca abandona a Sus hijos. Él nos guía a mirar más allá de nuestros dolores, y nos lleva a depender mucho más en Su sabiduría y en Su tierno amor para consolar nuestros espíritus quebrantados, y Él nos asegura: «No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en Mí» (Juan 14:1).

A veces todos necesitamos ser consolados. Esto es verdad especialmente cuando experimentamos el dolor y la aflicción de la muerte de un ser querido. Todos nosotros que hemos sufrido la muerte de un ser querido sabemos lo que significa una palabra de consolación. Mientras vemos el sufrimiento de otras personas, vamos nosotros también a recordar que nuestro Padre Celestial nos pide: «Consolaos, consolaos, pueblo Mío, dice vuestro Dios» (Isaías 40:1).

Por último, pero no de menos importancia, la muerte de un ser querido hace que pensemos mucho más en desear el cielo para nosotros los que nos hemos quedado. «Estimada es a los ojos de Jehová la muerte de Sus santos» (Salmo 116:15).

La muerte para el creyente es una oferta para salir de los sufrimientos de este mundo, y una bienvenida a nuestro hogar celestial por nuestro maravilloso Señor. Muy pronto: «Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron» (Apocalipsis 21:4).

Pensamiento para hoy:

En este mismo momento, ore por alguien que usted conozca que parece estar desalentado.

Lectura opcional: Hechos 10

Versículo de la semana para aprender de memoria: Juan 11:25