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El Camino Bíblico - 19 de Abril

 

2 Samuel 21

En la lectura de hoy:

Dios castiga a Israel con un hambre de tres años; siete miembros de la familia de Saúl son asesinados; las victorias sobre los filisteos gigantes

Los días de la cosecha habían llegado otra vez, pero no había nada que comer, pues «Hubo hambre en los días de David por tres años consecutivos» (II de Samuel 21:1). Esta hambre expresaba el juicio de Dios: «Pero acontecerá, si no oyeres la voz de Jehová tu Dios, para procurar cumplir todos Sus mandamientos . . . Y los cielos que están sobre tu cabeza serán de bronce, y la tierra que está debajo de ti, de hierro» (Deuteronomio 28:15,23). Se supone que estos tres años acontecieron durante la primera parte del reino de David, aunque está escrito aquí después de más de 25 años. Reconociendo que el hambre era un juicio de Dios, « . . . David consultó a Jehová, y Jehová le dijo: Es por causa de Saúl, y por aquella casa de sangre, por cuanto mató a los gabaonitas» (II de Samuel 21:1). Saúl había violado el pacto que Israel había hecho con los gabaonitas unos 400 años antes. Este acuerdo todavía era sagrado, pues el pacto había sido un juramento en el nombre de Dios (Josué 9:3-27).

Los gabaonitas que habían sobrevivido no le pidieron a David por oro o plata para recompensarles por la muerte de sus queridos ni por la propiedad que habían perdido. (II de Samuel 21:4). De sus muchos años de relaciones con Israel, los gabaonitas conocían los mandamientos de Dios. «Y no tomaréis precio por la vida del homicida, porque está condenado a muerte; indefectiblemente morirá» (Números 35:31). La desobediencia a este mandamiento sería una deshonra para Israel.

Los gabaonitas pidieron permiso para ahorcar a siete hombres de la descendencia de Saúl. Consiguiente, el rey David se vio responsable delante del Señor de darles a los gabaonitas siete hombres. Una excepción se había hecho para Mefi-boset, el nieto de Saúl que tenía cinco años y que estaba lisado de ambos pies (II de Samuel 1:4; 4:4; 21:7; I de Samuel 20:14-17; 23:16-18).

Por todo el Antiguo Testamento, aprendemos el valor que Dios pone en cumplir nuestras promesas. Vamos a reconocer el peligro en descuidarnos de nuestras responsabilidades morales y espirituales. En los ojos de Dios, ni aun el rey de una nación está sobre Su Ley. «Porque Jehová conoce el camino de los justos; mas la senda de los malos perecerá» (Salmo 1:1-6).

Pensamiento para hoy:

Dios espera que nosotros cumplamos con todas nuestras promesas. ¿Puede Dios confiar en que vamos a cumplir con todo lo que decimos?

Lectura opcional: Hechos 20

Versículo de la semana para aprender de memoria: Juan 11:26